¡Muera la inteligencia!

Castilla y León
Castilla y León

Con independencia de lo que respondió o no Millán Astray a Unamuno, algo que trae a la greña a historiadores y aficionados, más de 80 años después, entre las gentes más simples, la seriedad (asociada a la norma y lo normal) está muy cotizada, porque fuera de la literalidad se desorientan.

En lo que dependa de ellos, castigarán cualquier clase de ironía, ambigüedad conductual o alteración del orden preestablecido y convencional. Es por eso que nuestros políticos en general, Mañueco y Tudanca, en particular, son criaturas insalvablemente soporíferas, de perfil naftalina, heteropatriarcales, sin fantasía, sin Arte ni voluptuosidad… lo digo sin acritud ninguna (algo inapetente, sí).

Me engolosino fantaseando con una España no muy lejana guiada con mano firme por una lideresa lúcida, valiente, inteligente, culta, enérgica… una diligente madre para este país perdido… una presidenta dulce, astuta, felina, leal, divertida y ¡guapa!, miren.

Es curioso. A pesar de que la política y los políticos se han convertido en el Sálvame Diario del pueblo (provocando la caída, ¡aleluya!, del Sálvame de Jorge Javier) ¡Qué aburrida es la política, amigues! Y no es para menos… Que por un “quítame allá esas pajas” a uno (y a dos y a tres) lo cancelan y lo matan profesional y socialmente.

¿Somos ingenuos los españoles, pasotas, estamos anestesiados por la correspondiente anhedonia en estos tiempos horripilantes del coronavirus? Lo que está claro es que nos comportamos de manera muy contradictoria dado el puritanismo castrador y pavoroso, de las Brujas de Salem (Irene, Yolanda, Pabla, Pedra…) donde todos, todas y todes estamos a una cerilla de ir a la hoguera en cualquier momento.

Nuestros políticos, véase el caso Castilla y León, no destacan (y no podrían hacerlo) por su sentido del humor sino más bien por su impostada y artificiosa seriedad, en el marco del buenismo jacobino que nos gastamos.
Como todos saben Oscar Wilde escribió en 1895: The Importance of Being Earnest, A Trivial Comedy for Serious People una de las comedias más hilarantes sobre la sublimación de la seriedad que pueden disfrutar además en algunas de sus versiones cinematográficas, mi favorita la de Anthony Asquith de 1952.

Lejos quedaron anécdotas como cuando el presidente Antonio Fontán acusó a Cela de estar dormido y Cela aseguró que no, que está durmiendo “porque no era lo mismo estar jodido que estar jodiendo”. Y es que el humor no es capricho, extralimitación… El humor no es una gamberrada, sino que cumple una importantísima función personal y social: desdramatizar, aliviar tensión. El humor es un mecanismo de defensa ante el conflicto…

En cuanto a las tierras castellanas que adoro ¿qué fue de Pepe Isbert y sus fabulosos sueños de esplendor y felicidad en la ya mítica Villar del Río? Bienvenido Mr Marshall es el idealismo surrealista del salvaje oeste junto al conquistador arribando a las costas del nuevo mundo mientras sobrevuelan los campos de Castilla tractores descendiendo atados a globos de helio multicolores al son de una música de jazz.

¡Hey, despierten! Volvamos a los tiempos que corren (arrastrando los pies). Qué aburridos y qué largos estos comicios, qué poca imaginación en los discursos, qué planicies, horizontes lineales y austeridades castellanas.
Lo que está claro es que los españoles estamos acostumbrados a un nivel muy grosero de negligencia y cinismo desde que llegó Pedro Sanchez y defraudó, por primera vez, a todo su electorado pactando con quien había prometido no pactar… La primera mentira de un collar de falacias que llevamos al cuello todos, unos con pesar y otros creyendo que les favorece y dando gracias.

No sé ustedes, pero yo ya soy impermeable, qué digo impermeable, refractaria, a la acción de estos histriones y a la difusión de sus interesadas y, algo mucho peor, soporíferas peroratas. Y llegó el día de las elecciones castellanas y ganó el que fuera, y no pasó nada, como vendrán las Generales, tal y como como llegó el día de la visita de los estadounidenses a Villar del Río y todo el pueblo preparado para el milagro vio que no pasaba nada. El pueblo vuelve a la normalidad y el día en el que los americanos pasaron de largo queda olvidado. Y el humor, entonces, como ahora y siempre, es el único antídoto contra el patetismo.

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