De Moncloa a Perpiñán
Las imágenes del Gobierno de Sánchez, recibiendo con honores en La Moncloa –que es la sede del Gobierno de España, no la finca particular de Sánchez- al inhabilitado Torra, al imputado Jové y a toda la recua de colaboradores de la sedición y del golpismo, ha tenido su secuela en Perpinán, apenas cuatro días después de que el impostor rubricara en papel oficial las peticiones de los sediciosos.
Tiene toda la razón Cayetana Álvarez de Toledo al exigir a Macron y a la Asamblea francesa que tomen cartas en el asunto tras la apropiación de los independentistas catalanes de una parte del territorio de la República de Francia, a la que denominaron “Países catalanes”. Pero me temo que va a ser difícil que surta efecto esa razonable petición tras el contradictorio efecto que habrán producido en los legisladores franceses las imágenes que días antes dejaron los gráficos y en las que el Presidente del Gobierno de España recibía con todo tipo de pompas y parabienes al inhabilitado Torra acompañado de sus secuaces, alguno de ellos también imputado por la Justicia a día de hoy.
Torra, Puigdemont, Junqueras, Ponsatí… toda esa cuadrilla de delincuentes condenados o prófugos de la Justicia que se juntaron en Perpiñán (en directo o por video desde la cárcel en la que cumplen condena) tienen en Sánchez el mejor de los aliados a nivel internacional. La atracción fatal que siente Sánchez hacia todo tipo de delincuentes y su compromiso de blanquear sus delitos para conseguir su apoyo político dificulta de manera extraordinaria que nuestros aliados europeos e internacionales ejerzan su solidaridad activa con una democracia que está siendo atacada desde dentro; yo diría que la complicidad bochornosa del Gobierno de la Nación con los enemigos de la misma resulta en este momento más peligrosa que las acciones de los delincuentes que nos atacan.
El acto de Perpiñán no es una anécdota ni por desgracia es nada nuevo. A mi me ha recordado aquellos videos en los que veíamos a los comandos de ETA entrenándose, también en territorio francés, para asesinar en España. Eran momentos en los que Francia era un país de acogida para los enemigos de nuestra democracia; nos costó mucho superar la vergonzosa posición de nuestros socios europeos que mostraban «solidaridad» cada vez que se cometía un atentado mientras seguían pensando que el terrorismo nacionalista de ETA era un problema de España. Costó mucho que toda Europa comprendiera que el terrorismo nacionalista de ETA era un drama para los españoles en general y para los vascos en particular, pero que era un problema de todos los demócratas europeos y que la propia Europa estaba amenazada.
Aquella situación se superó gracias al Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo que fue la forma más eficaz de visibilizar la unidad de los demócratas frente a su enemigo mortal, el terrorismo. Para que las cosas cambiaran fue necesario que viajaran juntos al Parlamento Europeo una delegación del PSOE y del PP que visitaron –juntos también- a todos los grupos y lideres europeos. Para que los europeos se tomaran el terrorismo nacionalista de ETA como un problema propio hizo falta unión entre españoles de todo color y condición, unión para trabar complicidades activas contra los enemigos de la democracia entonces personalizados en el terrorismo de ETA.
Hoy, salvadas las distancias en el tiempo y los escenarios, nos encontramos ante un reto similar. Es imprescindible y urgente unir las voces de los demócratas españoles que al margen de nuestra ideología, lugar de residencia o cualquier otra condición, seguimos apostando por la democracia, por la libertad, por la igualdad, por los irrenunciables derechos de ciudadanía que no pueden ser parcelados. Porque somos una inmensa mayoría quienes nos sentimos orgullosos de la capacidad que tuvieron nuestros mayores para unir las dos Españas y poder así construir la democracia es preciso que se oiga nuestra voz, coral pero única, en defensa de nuestros derechos.
Es verdad que la situación es distinta a aquella en la que quienes nos mataban en España se iban a comer tan tranquilos a un restaurante al otro lado de los Pirineos. Pero también es verdad que nunca los enemigos de entonces de nuestra democracia –que, por cierto, son los socios de ahora de Pedro Sánchez- tuvieron un aliado en el Gobierno de España. También entonces y durante mucho tiempo se escuchaba aquello de “algo habrá que darles” incluso entre personas nada sospechosas de connivencia con el nacionalismo; también entonces y durante mucho tiempo mucha gente creyó que para acabar con ETA era imprescindible la colaboración del PNV. Pero aprendimos la lección y nos atrevimos a hacer un pacto entre demócratas sin complejos; y la experiencia nos demostró que era posible acabar con ETA desde la fortaleza democrática, desde la unión y con la colaboración internacional. Por eso digo que nos encontramos en una situación en extremo delicada y por partida doble: la desunión entre demócratas españoles dinamita la respuesta europea e internacional que España necesita. Si a eso le añadimos la colaboración activa entre el Gobierno y quienes han dado un golpe contra la democracia, el panorama no puede ser más preocupante.
Lo que vimos el pasado sábado en Perpiñán abochorna a cualquier demócrata sea cual fuere el color de su papeleta a la hora de votar. Pero es aún más bochornoso que esos tipos que desde territorio francés lanzaron insultos contra la democracia y las instituciones españolas, que amenazaron a los españoles que viven en Cataluña sin querer doblegarse al imperio de su dictadura, que animaron a practicar la violencia en las calles de Cataluña, que aclamaron a un prófugo de la Justicia… venían de tener una reunión en Moncloa con el Presidente del Gobierno de España y medio Gabinete. Resulta más bochornoso que los discursos de los golpistas el hecho de que Sánchez haya elegido a esa gentuza para gobernar nuestro país. Es aún más bochornoso que mientras esto escribo ningún miembro del PSOE o del Gobierno de España se haya dirigido a nuestro socio y amigo francés para denunciar lo que ocurrió y pedirle que no vuelva a consentir ese tipo de aquelarres en su territorio. Claro que, ¿cómo va a pedir a Macron que reaccione contra la afrenta a la democracia llevada a cabo en territorio francés quien días antes ha rubricado en papel oficial su alianza con todos esos delincuentes?
Ya no espero nada de Sánchez y de su Gobierno pues lamentablemente los escudos de la democracia hoy no están en ninguna de las instituciones dirigidas por Sánchez y su partido, solo o en compañía de otros. Se que el poder judicial intervendrá para defender el orden constitucional frente a unos gobernantes que actúan como si consideraran que la Constitución y sus leyes son una traba y una molestia para que ellos consigan sus objetivos. Y espero que la inmensa mayoría de españoles de todo color y condición que no estamos dispuestos renunciar a ninguna de las conquistas democráticas que hemos logrado gracias a la Constitución y al espíritu del 78 seamos capaces de organizarnos para hacer visible en la calle nuestra discrepancia cívica. Lo que no cabe es rendirse.