La Monarquía: nuestro mayor activo

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La jura de la Constitución por S.A.R. la princesa de Asturias en el día en el que alcanzaba la mayoría de edad, este pasado martes, garantiza la continuidad de la Corona, que es nuestro mayor garante constitucional, símbolo de la concordia y la convivencia que ella misma impulsó bajo el reinado de Don Juan Carlos, que continúa ahora, con Don Felipe, y que perdurará en el futuro, con Doña Leonor.

Bajo la institución monárquica siempre le ha ido mejor a España que durante los dos efímeros períodos republicanos, siempre llenos de esperpentos, como el cantonalismo de la I República, o los extremismos de la II República que provocaron la Guerra Civil, de triste recuerdo.

Durante el reinado de los Reyes Católicos se culminó la Reconquista; se trazaron las bases para la unidad de España, primero bajo la unión personal de las coronas de Castilla y de Aragón; y se descubrió el Nuevo Mundo, llevando la civilización a todo el planeta.

Con Carlos I, entre otras muchas cosas, se llevó a cabo la primera vuelta al mundo, con la expedición liderada por Magallanes y Elcano. Con Felipe II se gobernó un imperio, con la inclusión de Portugal en la Monarquía Hispánica. Con ambos y con el resto de los Austrias, España brilló en las letras y las artes, conservando ese tesoro cultural.

Con la llegada de los Borbones comenzó a modernizarse España, que presenta su mayor intensidad con Carlos III, que trata de convertir a España, y, particularmente, a Madrid, en una sociedad moderna y desarrollada.

Incluso con Fernando VII, personaje nefasto, se inauguró el Museo de El Prado y se puso en marcha el mercado bursátil en España. Y con Isabel II se pusieron en marcha los primeros ferrocarriles españoles.

Alfonso XIII trató de modernizar el país que recibió, y realmente lo logró, proyectándose y ejecutándose la Gran Vía, creándose múltiples industrias y empresas, como Iberia o Telefónica, entre muchas otras, o diseñándose la novedosa entonces Ciudad Universitaria.

Don Juan, como heredero de Alfonso XIII, mantuvo siempre a la Monarquía dentro de los valores democráticos y tuvo la visión y generosidad suficientes para renunciar a sus derechos dinásticos en favor de su hijo, Don Juan Carlos, porque era en beneficio de España.

Don Juan Carlos impulsó la transición de una dictadura a una democracia, proceso que se hizo con ejemplaridad, salvando incluso un intento de golpe de Estado, y que ha procurado la época de mayor prosperidad de España, que ha ocupado, de nuevo, una posición internacional relevante, ingresando en la OTAN, en la CEE y fundando, desde el primer momento, la zona monetaria europea.

Don Felipe, con su labor ejemplar, representa una España moderna, en la que ejecuta impecablemente su papel de árbitro y moderador, preocupado en todo momento por los españoles, a los que demostró defender con su histórico discurso -con muchas similitudes con el de su padre de décadas antes- contra el intento de golpe de Estado en Cataluña. Ha dotado a la Monarquía de un impulso necesario para el siglo XXI.

Doña Leonor es la heredera de toda esa tradición dinástica que impulsa la prosperidad de España, que la cohesiona, que es la mejor embajadora de España, papel que sabrá llevar a cabo brillantemente y que redundará en el bien de España y en la prosperidad de todos los españoles, confirmando a la Monarquía como nuestro mayor activo.

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