El misterio de la baja inflación
¿Qué ocurre con los salarios en los países desarrollados? ¿Por qué cuesta tanto salir de la deflación? ¿Qué ocurre con todo el dinero de los bancos centrales, por qué no crean hiperinflación? No podemos hablar ya de pura deflación, ya que es cierto que los datos en Japón, Estados Unidos y Europa han mejorado considerablemente. Sin la mayor impresión de dinero de la historia por parte de nuestros bancos centrales es muy posible que siguiéramos en deflación en muchas economías. En otras épocas, como en la República de Weimar en los años 20, imprimir menos dinero causó hiperinflación. La diferencia es que, hoy en día, el dinero no llega a los consumidores. Se queda en los bancos como exceso de reservas por las cuales estas entidades ganan un pequeño interés muy seguro. Los bancos ya no confían en la gente ni en las PYMES.
Los consumidores de los países desarrollados sufren estancamiento de su poder adquisitivo, lo cual combinado con una mayor aversión al riesgo de los bancos tras 2008 deriva en muy poca velocidad del dinero —circulación del dinero a través del consumo y la inversión—. Lo cual nos lleva a los salarios. Según la OCDE, desde el año 2000, un alemán sólo gana un 8,5% más en 2016 que en el año 2000 mientras la vivienda media en Alemania ha subido un 30%. Pongo a Alemania como ejemplo porque es la mejor parada. En España se ganan 1.000 euros más o un 5% aproximadamente y la vivienda media ha subido un 50% desde el año 2000. Si el banco puede contar con la revalorización del inmueble como garantía; las hipotecas y créditos son un buen negocio. De lo contrario, es pésimo. Como demostró la crisis financiera de 2008, asumir la revalorización de un inmueble como garantía es una mala práctica. ¿Qué ocurrió a partir del 2000? La respuesta es un rápido aumento de la tecnología. Lo cual también permitió llevar la globalización a otro nivel. A partir del año 2000, muchas industrias sufrieron cambios estructurales que las sumieron en profundas crisis y en bancarrotas. La industria cinematográfica y las discográficas se vieron reemplazadas por la piratería online y, últimamente, por sitios como Netflix o Spotify. Comienzan las compras por Internet y muchas PYMES tuvieron que cerrar.
La gente dejó de comprar periódicos y revistas. Los procesos de manufacturación se automatizaron aún más y sustituyeron a muchas personas. Otras industrias pudieron transferir muchas de sus actividades de manufacturación a países emergentes y subdesarrollados porque las comunicaciones mejoraron significativamente gracias a Internet. Ciertamente, las nuevas industrias crean nuevos empleos muy bien remunerados pero éstos son para unos pocos individuos muy especializados. El salario medio de una tecnológica, según Payscale, es de entre 96.000 y 156.000 dólares anuales. No obstante, estas tecnológicas emplean muchas menos personas que las empresas a las que han desplazado. Para demostrar este punto recurro a los datos de Bloomberg. Apple, Microsoft, Facebook, Google y Amazon valen algo más de 3 billones y emplean algo menos de 400.000 personas. Walmart emplea a 2.3 millones de personas, MCDonalds a 1.9 millones, HSBC a 300.000 y General Electric a otros 300.000. Estas empresas con modelos de negocio más tradicional valen algo más de 700.000 millones o una cuarta parte de las tecnológicas mencionadas y emplean casi a 10 veces más individuos.
En las tecnológicas hay una gran inflación de salarios, pero han sustituido a modelos de negocio tradicionales que empleaban a mucha más gente. Los trabajadores que no cuentan con las habilidades que requieren estas nuevas empresas —la mayoría— se quedan sin alternativas. Lo que sucede es que a pesar de que las economías crecen, ésta se reparte entre cada vez menos individuos. Muchos de los trabajos tradicionales se transfieren a otros países más baratos —globalización—. Sin duda, esta situación no va a mejorar porque la dominancia de las tecnológicas no va a ralentizarse y parar la globalización es casi imposible. Sin embargo, los bancos centrales no pueden imprimir dinero para siempre. Esto significa que la deflación volverá a asomar la cabeza en un futuro no muy lejano.