La miserable ley del silencio impuesta por Hila
Hay pocas dudas al respecto. Una legislatura más de mandato socialista y Palma será una copia de la Barcelona de Ada Colau, convertida para su propia desgracia en una de las ciudades más inseguras de Europa, con la delincuencia campando a sus anchas por barrios en los que no hace tanto se podía pasear sin ningún problema hasta altas horas de la noche, y donde ahora nadie se atreve a sacar la cabeza en cuanto se pone el sol.
El efecto llamada propiciado por PSOE y Podemos ha abierto una ruta clandestina entre Argelia y Baleares por la que no dejan de gotear pateras cargadas no de familias necesitadas, sino de jóvenes en edad militar que en muchos casos se dedican a delinquir nada más poner un pie en tierra porque saben que se van a encontrar con una autoridad laxa que les va a permitir sobrepasar unos límites que en su país jamás se hubieran atrevido a cruzar.
El resultado es una oleada de delincuencia sin precedentes que ahora el PSOE trata de ocultar impidiendo a la policía local facilitar la nacionalidad de los detenidos para no «estigmatizarles», pero conviene no equivocarse: la miserable ley del silencio impuesta por Hila no tiene ningún objeto solidario. El PSOE quiere ocultar a toda costa la procedencia de los delincuentes que asolan Palma porque para ellos son un caladero de votos, o al menos de eso están convencido.
Mientras tanto recorrer las calles de la capital balear de noche se ha convertido en un deporte de alto riesgo en el que a veces los incidentes se producen a plena luz del día, como la pareja que fue agredida por recriminar a un grupo de inmigrantes que dejaran de robar en una tienda en el centro de Palma, en la calle Oms. A esto ha llevado el PSOE a una ciudad que siempre había sido tranquila y segura y que ahora, paso a paso, se acerca al lamentable modelo de Barcelona.