Misandria y hembrismo

dia del padre

Llega el Día del Padre, y en la sociedad woke que está construyendo la izquierda mal pensante, San José se sustituye por el Día de la Persona Especial, que viene a ser el eufemismo diseñado por la moderna ingeniería social para eliminar las raíces cristianas que definen a España y Europa. La nueva polémica semanal con la que el sanchismo tiene al pueblo en distracción constante procede de las aulas, donde el zurderío posee un ejército en la sombra dedicado a proteger los intereses de clase y no de las clases. Algunos docentes, convertidos en animadores socioculturales en vez de oficiar como educadores transmisores de conocimiento, han asumido que su papel es la doctrina y no el saber, y se dedican a expandir entre los pupitres aún maleables la propaganda que el régimen les facilita.

Representan a los formadores de conciencias, estamento social con pedigrí político, maestros de la nada y pedagogos de todo lo que sea susceptible de ser manipulado y manejado. Las leyes son sólo el marco que define un cuadro ya pintado. Por eso, no hay polémica cuando llegan los días que la izquierda extrema ha marcado en rojo en el calendario y que representan sus causitas creadas y sus traumas no vencidos, de los que viven y rentabilizan cada céntimo del presupuesto. Sin embargo, les molestan otras efemérides que representan derechos o colectivos que no entran dentro de su marco combativo de damnificados, sentimentales y ofendidos. El Día del Padre y la defensa del hombre es una de ellas.

En realidad, se trata de una operación de laboratorio ideológico. La eliminación de lo que une, lo común, es requisito básico para quien desea implantar un nuevo orden político. Tras el rechazo de la patria viene la negación del padre, ambos términos nacidos de la misma raíz latina. La izquierda, en esa batalla contra la verdad histórica, presume cada día de feminista mientras ejerce un presunto y constante delito de odio hacia el hombre por el mero hecho de serlo. Las declaraciones de los diferentes responsables del prescindible Ministerio de Igualdad (que no de equidad) ajustan cuentas con traumas pasados o prejuicios insalvables hacia el sexo opuesto sin que medie razón alguna para ello.

En este sentido, la iniciativa que el diputado Pablo Cambronero (quien ejerce de verdadero líder de la oposición) ha presentado en el Congreso, en la que solicita declarar como delito de odio la misandria, pone de relieve la necesidad de crear el Día del Hombre con la misma justeza que existe el contrapuesto. ¿Por qué no se habla de misandria en una legislatura en la que más se ha atacado la figura del varón? ¿Por qué no se tacha al «Gobierno más feminista de la historia» como hembrista, concepto más ajustado a sus discursos y hechos? Por el aborregamiento social de unos y los complejos ideológicos de otros.

Lo de siempre. La instauración de la mentira, la repetición de la misma en consonancia con la máxima goebbelsiana para, seguidamente, usar y abusar de la proyección freudiana, es decir, exponer los defectos propios sobre los demás para que parezcan defectos ajenos. La combinación de ambas tácticas conforman una estrategia a largo plazo manifiesta y calculada (calculadora también): la instauración en la mentalidad occidental de un esquema de valores, de una moral absoluta que debe regir los comportamientos y actuaciones de todos los ciudadanos. Y no se admiten ni críticas ni cuestionamientos previos sobre el planteamiento maniqueísta.

Cuando algo viene de la izquierda, el significado que se adquiere y difunde es radicalmente distinto que cuando viene de la derecha. Así, Chávez fue un revolucionario y Trump un golpista, Israel es un estado genocida y asesino, mientras Hamás representa la Palestina democrática, garante de las libertades y respetuosa con los derechos humanos. Así funciona la maquinaria de propaganda: construir percepciones verosímiles, aunque falsas, que se instauran en la mentalidad colectiva a base de repetirlas sobre realidades verdaderas pero cuestionables.

Por eso, la progresía y la izquierda sectaria (se parecen, pero no son lo mismo) siguen fieles a la tradición que ya marcaron, cual senda redentora, Gramsci, Lukacs, Münzenberg o el mismo Goebbels, partidarios todos de explotar a la cultura de masas mediante la propaganda por el hecho, «el terrorismo cultural» (Lukacs dixit) o la subversión manifiesta. Casualmente, o no, todos tenían en común una cosa: ser de izquierdas. Sí, Goebbels también, a pesar de los intentos de la progresía por borrarlo de su nómina de ideólogos y atribuírselo a los liberales y conservadores actuales. Los nazis, esos socialistas (como Mussolini, como Lenin, como Stalin), copiaron de los soviéticos algo más que los campos de concentración y exterminio. También las consignas para lavar y centrifugar las mentes de los súbditos a los que se dirigían como pastores a su rebaño. Conviene no olvidarlo. Los ingenieros sociales de hoy repite los parámetros que los gurús de antaño fabricaban como mantras de consumo.

El objetivo sigue siendo el mismo: erosionar, eliminar, desterrar los modos de vida occidentales, los valores judeocristianos sobre los que se basa nuestra civilización, los principios de propiedad privada como elemento rector de la economía y la familia, ejerciendo de sostén social predominante. A cambio, se impondrá el relativismo moral como forma de vida, la pereza intelectual al servicio de los intereses de la maquinaria política ideal, la instauración de un mundo sin responsabilidades y al servicio del libertinaje más totalitario. Los «tontos útiles» de entonces se transforman en los «tontos inútiles» de hoy, meras sombras que no se cuestionan ni se plantean el paradigma ideológico que fluye constantemente por su paniaguado cerebro. Nihil novum sub sole. Frente al Gobierno misándrico y hembrista que intenta dirigir nuestras vidas y costumbres, es preciso reivindicar tradiciones ancladas en nuestro seno y reclamadas de cariño, como la que conmemora la figura de San José, progenitor de Jesús de Nazaret. Feliz Día del Padre.

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