De ministro a gobernador: la puerta giratoria de Escrivá

Escrivá, Banco de España

Ante la posibilidad de que Pedro Sánchez le ofrezca a Nacho Álvarez -cuyas desavenencias con Podemos van en aumento- el Ministerio de Inclusión y Seguridad Social, su actual titular, José Luis Escrivá, sólo está dispuesto a aceptar su salida del Gobierno «para ir al Banco de España». El actual gobernador de este organismo, Pablo Hernández de Cos, nombrado a finales de mayo de 2018 por el PP, cumple los seis años de su improrrogable mandato en junio de 2024. Escrivá, que llegó al Ejecutivo de Sánchez con el marchamo de independiente, se ha convertido en uno de los más fieles ministros del presidente, implicándose muy directamente en las campañas electorales del PSOE. Es, pues, hombre de probada lealtad y cree que Sánchez le debe una, aunque ya se sabe que el presidente en funciones no entiende de más afectos que el que siente por sí mismo.

Escrivá cree que el jefe del Ejecutivo, si fuera justo, debería mantenerle en el cargo o, en su defecto, darle un puesto de postín. Y el cargo de gobernador del Banco de España lo es. Las opciones de que Escrivá salga del Gobierno pasan porque Sánchez entregue su Ministerio a Podemos y Yolanda Díaz quiera mantener el Ministerio de Trabajo para capitalizar como ha hecho las medidas laborales que ha aprobado. Aunque otras fuentes señalan que los dos ministerios en manos de Sumar no sería aceptable para el PSOE.

Sea como fuere, el hipotético ascenso al Banco de España de Escrivá sería un paso más en la politización de las instituciones del Estado. Precedentes hay, empezando por una ministra de Justicia que terminó siendo fiscal general del Estado. ¿Se acuerdan ustedes de la monserga podemita con aquello de las «puertas giratorias»? Pues pasar de ministro a gobernador del Banco de España sería el epítome de las «puertas giratorias», la perfecta canonjía. Que Escrivá ha hecho méritos para ganarse la confianza de Sánchez es obvio, pero por una mera cuestión de decencia política su paso de ministro a gobernador sería, como poco, indecoroso.

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