Más impuestos y menos prosperidad

Más impuestos y menos prosperidad

El Gobierno de la nación pretende, como sabemos, subir los impuestos de manera masiva, tal y como ha recogido en las distintas actualizaciones del plan de estabilidad y como ya llevaba en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) que se devolvió en febrero de 2019 y en los aprobados para 2021. Ahora, en el proyecto de PGE para 2022 seguirá insistiendo en aplicar una política tributaria elevada, que va camino de convertirse en confiscatoria.

Todo su afán va en este sentido. El grupo de expertos que formó para estudiar la reforma fiscal apunta en esa dirección, con la llamada por el Gobierno homogeneización de impuestos a nivel regional, que no es más que una clara subida de impuestos. Del mismo modo, todo el sistema tributario español se verá afectado por esas posibles recomendaciones, que, desde luego, no irán en el sentido de disminuir la pesada carga tributaria que soportan los ciudadanos.

Ahora, tal y como quiere Podemos -el secretario de Estado de Derechos Sociales así lo dijo- corremos el riesgo de que el Gobierno incluya en el proyecto de PGE para 2022 el tipo mínimo efectivo del 15% en el Impuesto de Sociedades. El Ejecutivo emplea como excusa las negociaciones que, en este sentido, llevan a cabo la OCDE y el G-7, pero que, por ejemplo, ni siquiera está claro que en Estados Unidos pueda salir adelante, pese a estar impulsado por el presidente Biden, pues el Congreso estadounidense se encuentra dividido al respecto.

Si España, finalmente, sube el Impuesto de Sociedades, su economía sufrirá un importante impacto negativo. En el IITR-2021, la inversión extranjera cayó en España un 13,9% intertrimestral, que asciende al 50% de caída interanual y un retroceso del 29,6% en el acumulado del año. Es más, desde que Sánchez llegó al Gobierno, la inversión extranjera en España ha disminuido en 16.894,7 millones de euros, un 84,1%. Si a ello le añadimos el tejido productivo destruido durante las duras restricciones de la pandemia, el colapso que amenaza a muchas empresas en cuanto tengan que devolver los préstamos ICO y que el horizonte de recuperación se nubla, al desacelerarse, como ha indicado el INE en su última revisión de la contabilidad nacional trimestral, más el posible empeoramiento de la actividad y el empleo que se deriven de la pérdida de poder adquisitivo, fruto de unos costes energéticos crecientes y de una inflación importante ya en toda la cadena de valor, no parece que subir el Impuesto de Sociedades sea el mejor instrumento para atraer inversiones, que, no lo olvidemos, son las que generan actividad económica y empleo.

De hecho, hay que hacer todo lo contrario: con la prudencia necesaria para cumplir con el objetivo de estabilidad, hay que reducir el gasto para poder concentrarlo en lo esencial, hay que bajar los impuestos, al menos, de manera neta, cuando las condiciones económicas lo permitan, y alguno de ellos, como el Impuesto de Sociedades, hay que bajarlo ya para acelerar y mejorar esas condiciones económicas. Bajarlo, no subirlo. Eso es lo que hay que hacer para incentivar la llegada de inversiones productivas que creen valor, empleo y prosperidad. Subir el Impuesto de Sociedades sólo contribuirá a empeorar más la situación de la economía española y de su mercado laboral, que, no lo olvidemos, sigue en tasas de paro sumamente elevadas, en el entorno del 15%. Por tanto, por mal camino llevarán a la economía las propuestas del Gobierno, que es el camino equivocado de más impuestos y menos prosperidad.

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