Marlaska aprovecha el Covid19 para guillotinar al coronel De los Cobos bajo la presión de Sánchez, ERC y PSC

Marlaska aprovecha el Covid19 para guillotinar al coronel De los Cobos bajo la presión de Sánchez, ERC y PSC
Fernando Grande-Marlaska, Diego Pérez de los Cobo y Carles Puigdemont.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha aprovechado la coyuntura del Covid19 para guillotinar y quitarse de en medio al coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos. La decisión la tenía encima de la mesa desde hace meses, tras las presiones del presidente Pedro Sánchez, ERC y del PSC, y se ha servido del informe del Instituto Armado sobre las responsabilidades penales del delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, y del científico Fernando Simón, para conducirlo al cadalso.

Ambos son señalados como los autores de la autorización de la manifestación del 8-M, haciendo caso omiso a los peligros de la situación pandémica del coronavirus. La marcha feminista, en la que se concentraron decenas de miles de mujeres en toda España, sirvió para propagar la epidemia con un signo devastador.

Pérez de los Cobos, por decisión del Gobierno de Mariano Rajoy, fue el alto cargo del Ministerio del Interior que centralizó el mando único de la Seguridad en Cataluña durante el referéndum ilegal del 1-O. Él fue el jefe supremo de la denominada Operación Copérnico. Desde entonces, los independentistas de Carles Puigdemont y de ERC, más un sector del PSC de Miquel Iceta, le declararon un odio eterno. Desde entonces en todas las negociaciones han venido coaccionando al Gobierno para que castigara al coronel.

Marlaska encontró la gran excusa aprovechando las investigaciones del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid sobre las secuelas de la manifestación feminista del 8-M, como informaba ayer con precisión Pelayo Barro en OKDIARIO. Al parecer, según fuentes judiciales, el informe de la Unidad Operativa de Policía Judicial sobre Fernando Simón redactado por los agentes de Pérez de los Cobos es de tal magnitud que encendieron las alarmas del Gobierno. Finalmente, el sacrificado fue el jefe de la Guardia Civil.

La decisión del ministro del Interior echando la culpa al coronel es poco coherente teniendo en cuenta que Marlaska ha sido juez antes que miembro del ejecutivo. ¿Cuántas veces mandó él desde su despacho de la Audiencia Nacional a guardias civiles y policías a investigar a responsables políticos corruptos y no corruptos? Como ejemplo, el caso Yak-42. Los funcionarios tenían como única salida acatar las órdenes y ejecutar con eficacia su trabajo. Ahora como ministro, como le ocurrió a Juan Alberto Belloch, las cosas se ven de otra manera.

Cuando el ministro ha sido juez

Como dijo hace años un dirigente guerrista del PSOE: «No hay nada peor que un ministro del Interior que venga de la Magistratura». Y no se equivocaba. Algunos creían que con Belloch se había alcanzado el techo de la estulticia, pero con el bilbaíno Grande-Marlaska se ha superado los límites del sectarismo. Al menos, eso es lo que afirman desde el Ministerio del Interior. «Nunca esta casa ha funcionado de una manera tan ideologizada y partidista como sucede ahora», declaró a OKDIARIO un alto cargo de la Policía.

Por eso, retumban en los oídos aquellas quejas de Marlaska en el programa de Susanna Griso, en marzo de 2019, en el que exigía «responsabilidades políticas» para sus predecesores en el cargo por el caso Dina y el supuesto robo de la tarjeta de su móvil, cuyos mensajes retrataban el espíritu machista de Pablo Iglesias («La azotaría hasta que sangrara»).

Marlaska tenía la desfachatez de pronunciar estas palabras: «Es una vergüenza que se haya podido utilizar instituciones del Estado con fines absolutamente abyectos». Ahora son espurios y fraudulentos. Sobre todo, por su gran patinazo ministerial: se ha demostrado que la denuncia de Iglesias sobre su persecución por parte de las supuestas cloacas de la Policía era totalmente fake. Se debía sólo un «suflé estratégico» para ganar votos en las Elecciones Generales. Como sucedió. Así le permitió cortar la sangría de Podemos a costa del populismo de sumidero.

Al coronel de la Guardia Civil, hermano de quien fue presidente del Tribunal Constitucional Francisco Pérez de los Cobos, le habían colocado en el Ministerio del Interior la etiqueta de «infiltrado pepero» de Génova. Pero los mismos censores ocultaban que había sido promocionado antes por Alfredo Pérez Rubalcaba hasta la Secretaria de Estado de Seguridad. Además, el ex ministro socialista de Rodríguez Zapatero le asignó una tarea bastante reservada y de «alto voltaje» político: el control y asignación de las «identidades operativas» para los agentes de la Policía, Guardia Civil, Centro Nacional de Inteligencia, Mossos y Ertzaintza.

Pérez de los Cobos, por tanto, era la persona que suministraba los pasaportes y DNI para suplantar identidades para las misiones secretas de las Fuerzas de Seguridad. José Villarejo, que se infiltró en redes criminales y terroristas, llegó a tener varias de ellas, como se ha podido demostrar en el caso Tándem. Así mismo, asistía a las reuniones de coordinación de todos los Cuerpos policiales.

Resulta chocante que Grande Marlaska persiga a De los Cobos por razones políticas cuando el ministro, el 29 de noviembre del 2013, fue designado vocal del Consejo General del Poder Judicial por la cuota del Senado a propuesta del PP. Una vez más, los populares acreditaban un tino especial para elegir a sus cargos.

La obsesión de Marlaska por Villarejo y pos sus conocimientos sobre su pasado como juez lo llevó también a decapitar al jefe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, Manuel Sánchez Corbí, y a impedir que uno de sus compañeros de la Audiencia Nacional, el magistrado Fernando Andreu, formara parte del equipo ministerial de Dolores Delgado en Justicia.

Y en eso llegó Villarejo

Manuel Sánchez Corbí, el coronel jefe de la UCO -el cuerpo de élite del instituto armado- fue defenestrado por Marlaska aprovechando así mismo una ocasión favorable. Adujo, en julio de 2018, como excusa el envío de un correo por el coronel a sus subordinados exponiéndoles la necesidad de frenar algunas operaciones en contra grupos de delincuencia organizada. Sucedía que el Ministerio del Interior, tras la llegada de Marlaska, y sin venir a cuento, había congelado la partida de fondos reservados, lo que dificultaba la ejecución de todas esas misiones especiales.

Corbí, un jefe de la Guardia Civil con un expediente ejemplar en la lucha antiterrorista y contra el crimen organizado, fue trasladado a un puesto burocrático. Un castigo improcedente porque el coronel se había significado como uno de los más valiosos jefes en misiones operativas.

Pero tras el subterfugio de Marlaska subyacía otra motivación distinta: las buenas relaciones que habían existido entre Villarejo y Cobí mientras uno era comisario de Información y el otro coronel de la UCO. Muchos de los temas que investigaron tuvieron puntos concomitantes: terrorismo, narcotráfico y blanqueo de dinero, entre otros. Villarejo estaba considerado entonces por los gobiernos del PP y del PSOE como un policía laureado y de éxito.

Marlaska no lo consideró así y depuró a Corbí. Fuentes policiales de aquella época señalan que la Policía francesa se quejó entonces de la nefasta gestión de Grande-Marlaska en una operación contra el narcotráfico cuando era titular del Juzgado de Instrucción Central números 5 de la Audiencia Nacional. Los agentes galos se quejaban de que la vigilancia ordenada por Marlaska había servido para perder la pista de un barco que se trasladaba desde España a aguas francesas con un cargamento de droga. Y Villarejo fue quien investigó por orden de sus superiores de Interior aquel incidente. Se desconoce el destino del informe policial.

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