Mark Rutte, otro forúnculo para Sánchez

Opinión de Graciano Palomo

La elección del liberal holandés Mark Rutte, ex primer ministro de su país, como secretario general de la Alianza Atlántica (OTAN), no es, precisamente, una buena noticia para Pedro Sánchez, que está teniendo en el inicio del solsticio de verano su particular annus horribilis.

Rutte es, junto al alemán Manfred Weber, jefe de la bancada más numerosa del nuevo Europarlamento, uno de los enemigos políticos más encarnizados que tiene en la esfera europea el todavía primer ministro español. Más que enemigos políticos, podría afirmarse que se trata de enemigos personales, especialmente, en lo que hace referencia al dirigente teutón. Fue la persona que Sánchez despreció e injurió en la propia sede del parlamento transnacional.

Rutte siempre fue muy crítico dentro de las instituciones europeas con Sánchez y sus alardes en gastos personales. Al de Países Bajos no le cabe en la cabeza que un dirigente de un país endeudado hasta las trancas pudiera conducirse como si fuera un Bokassa cualquiera, alardeando de una forma de vida intolerable para cualquier dirigente político de una pequeña potencia.

Le apretará los tornillos desde el puesto clave de la Alianza Atlántica y le obligará -hay muchos modos de hacerlo- a que España gaste más dinero en la política de defensa común y menos en juegos de artificio.
Webber conoce bien la catadura moral y política del jefe del Gobierno español. Sigue con mucha atención sus maniobras, sus mentiras, sus juegos de salón. Además, está perfectamente informado de las trapisondas made in Sánchez por sus correligionarios del Partido Popular.

Ni siquiera el socialdemócrata teutón Olaf Scholz parece hacerle ya mucho caso y ha roto el cordón sanitario que había establecido alrededor del argentino Javier Milei, al que recibió en Berlín hace unos días. Von der Leyen, su hasta ahora aliada en la UE, no parece que le vaya a permitir dar más carrete al «patriota» Sánchez.

Ahora hace falta que los españoles se enteren de que su primer ministro está rodeado internacionalmente. Es difícil que puedan enterarse si Moncloa compra todo lo comprable mediáticamente. Naturalmente, con el dinero del lector y el mío.

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