‘Malinche’, el musical de Nacho Cano, como síntoma

Malinche
'Malinche', el musical de Nacho Cano, como síntoma

En mi artículo de la semana pasada, les comentaba que estaría presente en la manifestación en Cibeles que tuvo lugar este sábado pasado. Y ahora puedo decirles que fue un éxito, pues las calles adyacentes y la propia área de Cibeles estaban realmente abarrotadas. No sólo de madrileños, sino de personas que se habían desplazado de distintos lugares de España para hacer causa común contra este gobierno abominable. Me encontré allí con catalanes, o personas de origen catalán, que se habían tomado muchas molestias al ser las mayores víctimas de las tretas sin escrúpulos de Pedro Sánchez. Algunos de ellos habían salido en autocar desde el Levante, por ejemplo, y sin tiempo de comer tenían prevista la salida a las tres de la tarde. Yo no puedo presumir de tanto mérito. En realidad, la manifestación me iba a pillar en Madrid de todas maneras, pues tenía compradas con antelación unas entradas para ver el mismo sábado el musical Malinche, que representa Nacho Cano en un pabellón de Ifema.

Y de éste les quiero hablar ahora. Cuando supe que un músico español había tenido la audacia de montar un espectáculo sobre la llegada de Hernán Cortés a lo que iba a ser México casi me quedé conmocionada. Que le hubiera dedicado 12 años de trabajo, presumiblemente arriesgando un capital, a una cuestión vista hasta hace poco como anatema era perfectamente extraordinario. En este país, músicos, actores, escritores, en fin, la cultureta que decimos en mi tierra, si no son de izquierdas su supervivencia sufre mucho. La izquierda siempre, pero siempre, ha denostado cualquier cosa importante que hubiera hecho España, y ya no digamos su asombrosa llegada a las Indias. Y, encima, por las noticias que llegaban, se proponía la obra en clave de celebración. ¡Imposible!

Yo tenía que ver eso. A pesar de que nadie a mi alrededor, ni en las fronteras de mi vida social con el mundo cultural más establishment, había dicho una palabra sobre Malinche. Y me temía, reflejo condicionado, lo peor. La idea era atrevida y singular, pero posiblemente iba a ser una patata.

Pero gana lo de «atrevido y singular». Con bastante más de lo deseable de patata. Pero gana. Mucho. Este musical participa de la misma corriente (salvando las doctas distancias del trabajo de mi amiga Elvira y de José Luis) que las tiradas de 150.000 libros de Imperiofobia y la Leyenda Negra o del documental España, la primera globalización, de Pérez-Linares. Y de todo el resto de autores que nos han ayudado a abrir los ojos a un pasado del que, o no sabíamos, o no recordábamos casi nada. En este país había ganas de un poquito de orgullo. Poquito, pero alguno. El suicidio antiespañol de la izquierda nos había hecho vivir en un mundo donde de ciertas cosas, o no se hablaba, o se hablaba mal. Y ahora, queridos, ¡encima hay un musical!

Yo les cuento lo que vi. Un proyecto ambicioso de un artista que, como ustedes y yo, pasa absolutamente de tabús y de complejos. Que cuenta, con todas las dificultades de orquestar un relato con un sinfín de personajes (del que todos merecerían ser protagonistas), la historia de una mujer nahua que fue pareja e intérprete de un hombre excepcional, Hernán Cortés. Con una escenografía magnífica y un vestuario remarcable. Con bailarines fuera de serie (mención especial a Jesús Carmona, alucinante), con números musicales (el de los caballos, con su tremenda carga simbólica, o el del pasmoso zombie) de gran altura y alguna canción para recordar.

Cierto: el libreto es, digamos, mejorable. Con chistes y bromas fuera de lugar en algunos momentos. No sé si es inevitable la utilización de modismos o términos muy actuales que de tan descontextualizados le quitan verosimilitud a lo que se está contando. Si pudiera pedir un deseo sería que todo eso lo vayan puliendo. Un musical que va a mantenerse en cartel siempre es un work in progress. Espero que un año esa parte esté irreconocible y para mejor.

Malinche es un musical que, si no inaugura, si arroja un caudal optimista, sincero y talentudo a una nueva conciencia de país y de historia que ojalá sea imparable. No se lo pierdan.

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