Las maletas de Monedero

Las maletas de Juan Carlos Monedero
Las maletas de Juan Carlos Monedero

Las imágenes de Juan Carlos Monedero, funcionario del Estado español, nada menos que como profesor universitario, luciendo brazalete (hace unos años) de comisario político del chavismo mientras arengaba a las masas durante un acto caribeño, le perseguirán mientras viva.

Ya había asesinatos políticos en Venezuela en aquel tiempo, torturas, detenciones, persecución y represión en grado sumo. ¿Cómo una persona leída, teóricamente inteligente, se pudo prestar a tales simulacros negros, malos remedos para hacer política? Ahora lo sabemos: por maletas. Maletas ¿con qué? Dinero contante y sonante, según dos testigos directos de la “entrega” en el hotel Meliá de Caracas. Dos testigos amigos del chavismo y personas del círculo interior de su fundador. A esos testimonios hay que añadir las declaraciones de El Pollo Carvajal en sede judicial española.

El dinero siempre ha sido el punto fuerte de Monedero. Le recuerda sus tiempos de profesor bien pagado en el elitista CEES, luego Universidad Europea de Madrid. Cuando se le descubrió aquella transferencia de más de 400.000 euros por unos inexistentes informes sobre la “moneda del alba” se encendieron todos los rumores y se sustanciaron todas las evidencias. ¿Se podría defender el chavismo con tanta “intensidad revolucionaria” de no mediar mucho jurdó líquido de por medio? Difícilmente, oiga, en una persona que tiene ojos y oídos.

Recuerdo aquellos años al prepotente malversador de dinero público de la Universidad Complutense de Madrid por trabajar y cobrar de otras instancias sin el permiso correspondiente, hecho por el que fue sancionado por el propio centro universitario. El bueno de Jesús Cintora nos hizo coincidir en un programa de Mediaset y ahí tuve que recordarle algunas cosas, la esencial, que intentaba enfrentar de nuevo en una guerra civil a los españoles. Naturalmente, Cintora no me volvió a llamar.

Hay quien dice que Monedero necesita asistencia. Es muy probable. Lo que necesita es un confesor al que relatar sus trinques, cada vez más evidentes. Porque su carrera política no parece que tenga muchos boletos una vez que Yolanda Díaz abomina -según testimonios fehacientes- de sujetos de tal jaez.

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