Lo que va de ayer a hoy
La aparición en televisión de menores tutelados por el IMAS (Institut Mallorquí d’Afers Socials) motivó encendidas críticas por parte de los grupos políticos en la oposición -PSOE y Més-, alegando la necesidad de proteger a estos niños y velar por su imagen e intimidad. El partido ecotodo presentó un escrito en Fiscalía de Menores y el PSOE indicó que «exponer la imagen de menores en situación de tutela supone una violación flagrante de su derecho a la intimidad». Y, además, una grave irresponsabilidad. Esto esta muy bien. PSOE y Més se han puesto por fin las gafas de mirar de cerca, esas que habían perdido cuando cayó en sus manos el poder, y no vieron, o quizás no quisieron ver, que niñas tuteladas habían sido violadas y prostituidas sin que armaran los aspavientos que ahora se acaban de producir. Es lo que va de ayer a hoy. Pero aquí tenemos muchos más motivos de su, siendo benevolentes, irresponsabilidad. O quizás algo aún peor.
La comparecencia en el Senado de la presidenta Armengol para dar explicaciones sobre las mascarillas inútiles compradas a través de Koldo, de la cual solo se sacó en claro que no aclaró nada, terminó con un alegato de este tenor literal: «Lo que yo detesto es que vayan repitiendo los bulos sabiendo que son bulos y mentiras. Esta forma de hacer política, de la destrucción del adversario no se lo merece la ciudadanía y mi mayor deseo es que el domingo participe muchísima gente y que deje claro que esta no es la forma de hacer política». Estas declaraciones han sido denunciadas ante la Junta Electoral Central (JEC), mientras el entorno de la presidenta lo justificó diciendo que «lo impresentable es llamar impresentable a una presidenta del Congreso».
Item más, el Parlament balear cerró la comisión de investigación sobre la compra de mascarillas en la pasada legislatura con la aprobación de unas conclusiones en las que afirmaban que desde el principio se sabía que eran inservibles para uso sanitario, por lo que fueron almacenadas y se dejaron caducar. Pero el PSOE, entre otros argumentos, alegó que todo había sido una «pantomima» y un «paripé electoralista». Y Negueruela, el gran Negueruela, justificó haber llamado fascistas a los representantes de la comisión por «haber citado en el Parlament palabras de falangistas históricos como Ramiro Ledesma y José Antonio Primo de Rivera». Toma ya argumentos.
Es lo que va de ayer a hoy. Armengol no hubo manera de alcanzar la verdad en ambas comisiones, pero esto no es todo. ¿Se habría atrevido Félix Pons, también presidente en el ayer del Congreso, no sólo a aclarar nada, sino a solicitar su voto durante una comparecencia en una comisión de investigación? Cabe dudar con fundamento que un hombre de esta talla intelectual y moral hubiera cometido tal desatino.
Desde el principio de su triste e inútil mandato Armengol, como jefa de un PSIB degenerado, permitió ocupar, bajo a sus órdenes, a Catalina Cladera la presidencia del Consell de Mallorca y a su pareja en ese momento, Iago Negueruela, la Conselleria de Turismo. Seguro que en el partido no había nadie más capacitado que ambos para desempeñar tan altos cometidos. Idéntica solución tuvo Armengol para la dirección de IB-Salut, que le correspondió en el cupo a Juli Fuster, mientras que a su mujer se le asignó la Conselleria de Salud. O sea que todo quedó en casa de estas dos supuestas lumbreras.
Si así procedió Armengol desde un principio de su mandato, asignando cargos a sus parejas predilectas, es que en el PSIB habían perdido definitivamente la decencia y era ya posible cualquier cosa, mientras una militancia pastueña avalaba lo que hubiera merecido primero un serio reproche y luego una posterior reflexión. Pero no.
De la mano de Sánchez, hoy ya quasi un autócrata, perdidos sus escrúpulos para conservar el poder a cualquier precio, Armengol ha aterrizado en un cargo institucional sólo, catalanismos aparte, por su absoluta devoción a un presidente personalista y ha convertido el Congreso en una institución partidista sometiendo el legislativo al ejecutivo y degradando una institución que a todos nos representa. Y luego ha dejado a sus órdenes en Baleares, y con idéntico sectarismo, a un remedo de chiquilicuatre.
Lo que va de ayer a hoy ha acabado en Armengol y Negueruela. Hubo entonces unos políticos íntegros como Félix Pons, un alcalde como Ramón Aguiló o unos dirigentes del PSIB como Sánchez Ondal, Emilio Alonso o Josep Moll. El ayer fue, encabezado por Felipe González, un gran partido y tuvo una forma de hacer política seria y responsable. Hoy, como sucedió en Francia, tras el paso de Sánchez en la cabecera del PSOE, camina irremediablemente hacia un futuro mucho peor.