Lo que es pornográfico y obsceno en términos de restricción de libertad es el ‘pajaporte’

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En lugar de educar y concienciar, control e intervencionismo en su máxima expresión. Eso es lo que subyace tras el pasaporte digital que se ha inventado el Gobierno para tratar de limitar el acceso a contenidos porno en internet, una medida que se presta a la polémica -y a la chanza, pues ya ha sido bautizado como «pajaporte»- por la idea de aplicar controles sobre los adultos para evitar que accedan los menores de edad, a través de un sistema de certificado-filtro que ya se utilizó en China en 2009 con el mismo pretexto de «proteger» a los jóvenes de los efectos de la pornografía.

Que para la loable protección de los menores el Ejecutivo socialcomunista obligue a los adultos consumidores de porno a identificarse para lograr un pasaporte digital que se carga con 30 usos mensuales -no afectará a las diez páginas porno más vistas en España, pues todas están registradas en el extranjero- es, sencillamente, delirante. No sólo porque se presta a la duda de que los datos privados pueden ser usados con fines espurios y deriven en una suerte de censura, sino porque lo que es verdaderamente pornográfico, entendido como obsceno en términos de libertad, es que un Gobierno obligue a ciudadanos adultos a sacarse un pasaporte digital para consumir pornografía, arrogándose el Ejecutivo la consideración de guardián moral.

Esta gente que nos gobierna ha perdido el oremus o el gobierno se les ha subido a la cabeza hasta el punto de pretender erigirse en patrón de las conductas sociales. Digamos que a este paso Sánchez y su equipo terminarán por regular los hábitos y pulsiones privadas de los españoles a través de una serie de pasaportes digitales que impongan límites a  los comportamientos individuales de cada cual, colocando su voluntad y conciencia por encima de la nuestra.

Esto ya pasa de castaño a oscuro. El Gobierno propone instalar en cada ordenador una suerte de certificado que actúa como filtro de contenidos y determina lo que se puede y no se puede consumir. A partir de ahí, todo es posible: que nos restrinjan el acceso a determinados sitios web o nos recuerden de tanto en tanto que nos tienen vigilados

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