AZUL Y ROSA | MI SEMANA EN OKDIARIO

Lo del príncipe Guillermo y Rose Hanbury

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El 23 de julio de 1952, el rey Farouk de Egipto fue derrocado y expulsado del país por un golpe de Estado dirigido por los militares Nasser y Naguid. Meses después, yo me lo encontré en Mónaco dedicado a sus grandes placeres: las mujeres y la comida. Y, claro está, decidí entrevistarle. Viéndole tan feliz después de haber perdido no solamente sus palacios sino su país, mi primera pregunta lógicamente no podía ser otra que el secreto de esa felicidad. Farouk contestó así a mi pregunta: «No me preocupa haber dejado de ser rey de Egipto, porque tarde o temprano, más temprano que tarde, en el mundo sólo quedarán cinco reyes: los cuatro de la baraja y ¡la reina de Inglaterra!

Cuando el 8 de septiembre de 2022, en pleno Jubileo de Platino, fallecía a los 96 años de edad Su Graciosa Majestad Británica, la reina Isabel II, no pude evitar recordar las palabras del ex rey cairota, y mucho más hoy que son premonitorias, con todo lo que está pasando en la Familia Real británica: un rey Carlos III imposibilitado de desempeñar sus tareas públicas a causa del cáncer que se le ha diagnosticado sin informar qué tipo de tumor padece, ni la gravedad del mismo; un heredero bajo sospecha de presuntas infidelidades y otro, Andrés, repudiado por la Familia debido a denuncias por abusos sexuales a una menor a la que tuvieron que compensar con 10 millones de euros. ¿Y qué decir de esos otros familiares distanciados de la monarquía y residentes en California escribiendo contra la Familia? Independiente de las palabras de Farouk, cuando la reina estaba en el trono, la Monarquía parecía eterna y nadie la cuestionaba. Desde que ella falta, todo parece deshacerse como un azucarillo. La última noticia, la peor, es que a la princesa Kate se le ha detectado un cáncer que ella misma ha reconocido públicamente. Y ya son dos miembros de la Familia Real con esta misma enfermedad. La maldición de Farouk va cercando a la Familia poco a poco.

Están en plena acción «esos estúpidos conspiradores e incesantes críticos mediáticos del embrollo palaciego», aunque yo no entiendo la crisis de la credibilidad en la monarquía británica por el ridículo retoque casi imperceptible de la foto de la princesa Kate Middleton. Nada que ver, como ya he comentado, con aquel torpe montaje fotográfico de la reina Sofía para la felicitación de la Navidad de 2005, mucho peor estéticamente que el de la princesa de Gales por querer tener a todos sus nietos juntos en la misma foto, en la que al rey le faltaba una pierna y a Victoria Federica los brazos.

Más grave que lo de la foto manipulada de Kate es la comentada relación extramarital de su esposo, el príncipe Guillermo. No sólo se pone en peligro un matrimonio con esa presunta infidelidad protagonizada por el heredero Guillermo con una joven con nombre y apellido, Rose Hanbury, modelo, esposa del aristócrata y multimillonario David Rocksavage y padres de tres hijos del que parece se ha separado. Según una publicación norteamericana, «Guillermo le fue infiel a Kate con Rose durante el tercer embarazo de su esposa». ¡Vaya usted a saber!

La imagen y el nombre de esta dama bajo sospecha han sido borrados repentinamente del círculo de la princesa de Gales por misteriosas razones. Se especula que por exigencias de la propia Kate.

Falta de transparencia

Esta semana ha sido noticia la reaparición de Kate junto a su marido visitando un establecimiento de hortalizas y las primeras fotos después de su operación, aunque hoy más que la salud de la princesa lo que interesa a los británicos es el estado del matrimonio, sobre todo cuando se ha visto a Kate relajada y sonriente, al igual que Guillermo. Algunos tabloides británicos piensan –y así lo han publicado– que se trata de una operación para frenar las especulaciones fomentadas por el secretismo y falta de transparencia de la monarquía británica, que no de la prensa, que airea, sin reparos, no lo que pasa en el seno de la Familia sino lo que puede estar pasando.

¡Que diferencia con la prensa española! Querido Álvarez, en el Reino Unido no existen pactos de silencio ni ley super-injunction, esa orden judicial inmediata que impide hacer públicas informaciones que, en teoría, atenta contra la privacidad de determinadas personas y protege a la Corona. Esta ley quiso imponerla la Familia Real para borrar de los medios británicos la cena entre el Príncipe de Gales y Rose Hanbury, el 14 de febrero, día de San Valentín. Pero medios como Daily Mail, The Mirror o The Sun hicieron caso omiso, reproduciendo la información que hacía referencia del engaño del príncipe Guillermo. Amigo, no te confundas con la monarquía española de la que eres tan cortesano.

También en otras monarquías

Las proféticas palabras del rey Farouk pueden aplicarse también a otras monarquías con problemas similares o peores que en la británica o en la española. En la danesa del rey Federico, todavía se habla y se publica la aventura ¿sentimental? del hoy soberano, cuando era príncipe heredero, en Madrid y que tanto impacto produjo en la prensa danesa que la aireó sin pudor y sin límites ¿obligando? a la reina Margarita a abdicar en su hijo con el deseo de reconducir su vida.

¿Y que decir de la monarquía de Suecia, donde acaba de publicarse –sí, publicarse– el libro Carlos XVI Gustavo, El rey reticente, sobre las aventuras sexuales del actual soberano, el rey Carlos Gustavo, en los prostíbulos de Estocolmo. Incluye varias entrevistas con mujeres que afirman haber mantenido relaciones sexuales con el soberano sueco, que han afectado seriamente a la reina Silvia, aunque él ha reconocido que todo lo que cuenta el libro «sucedió hace tiempo».

El rey disléxico

Se trata del segundo libro. El anterior Carlos Gustavo, monarca a su pesar, se publicó en 2012 y recogía con todo detalle las aventuras extramatrimoniales del soberano con la cantante Camilla Henemark, 18 años mas joven que él, y que hicieron llorar a la reina consorte. Además, el autor Thomas Sjöberg calificaba al monarca como un mafioso. Yo, que entrevisté en marzo de 1983 a Carlos Gustavo, puedo afirmar que se trata de un hombre tímido, incapaz de expresarse con fluidez y que obliga a la reina a actuar como la mamá protectora de su marido. Lo experimenté en el transcurso de aquella entrevista en el palacio real de Estocolmo. A lo largo de mi encuentro de más de una hora, el rey fue incapaz de responder ni a una sola de mis preguntas ni articular palabra alguna. Era ella la encargada, con su propia voz de interpretar los angustiosos y prolongados silencios de su esposo. «El rey dice…», «el rey cree…», «el rey piensa…». Hay que reconocer que el soberano padece una grave dislexia.

Chsss…

El brazo en el que se apoya el rey Juan Carlos (sí, el rey), es de un teniente coronel de la Guardia Civil conocido por Mochi y que ha sido ascendido estos días a coronel sin que este ascenso le haya afectado a su cometido. «Ni cuando ascienda a general», me informa un altísimo jefe del Benemérito Cuerpo.

Por la ausencia de Mochi en el funeral en Londres, él tuvo que apoyarse en el brazo de su hijo. La prensa cortesana le dio la lectura de ser una prueba de la buena relación entre padre e hijo. Bla, bla, bla…

¿Cuáles eran los negocios turbios del suegro del presidente?, me preguntan. Algo que ver con las saunas gay, donde se han cometido presuntos abusos delictivos.

Sigue disfrutando de los fines de semana con la compañía de su amigo de siempre, de cuando era soltero. Esta semana, de su pasión por el esquí. En esta ocasión, no en Baqueira, de triste memoria, sino en Formigal, provincia de Huesca.

Emotivo tuvo que ser el reencuentro entre padre e hija, en el campamento donde completa su formación militar, sobre todo después de la situación por lo de mamá.

Presumo de tener un sexto sentido para conocer a las personas. Pero a Álvaro siempre lo tuve bajo sospecha. Al igual que a José Manuel, empecinado en que la UE hable catalán.

No me extrañaría que el próximo junio se les vea haciendo los Castells si así se lo exigen.

El Papa ha reconocido en el libro Mi vida, de un periodista de Mediaset
que, «en el seminario tuvo un flechazo sentimental y antes una novia», «una chica muy dulce» que trabajaba en el cine.

Con esa alegría renovada que dice Albert, la más histriónica de las socialités, ha celebrado el primer cumpleaños de su nieta, como abuela biológica y madre por gestación subrogada.

En la inauguración del bar «para rojos» de Pablo Iglesias con el nombre de Taberna Garibaldi se dieron vivas a la República. Natural.

¿No se les caerá a algunos periodistas españoles la cara de vergüenza clamando que la monarquía británica se estrella contra la falta de transparencia? ¿Les suena aquello de «en todas las casas cuecen habas y en la mía calderadas»? Pues eso.

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