La izquierda caviar no predica con el ejemplo

La izquierda caviar no predica con el ejemplo

El escándalo que protagonizó Isabel Celaá ha sido finalmente subsanado. La compra de un exclusivo piso en un palacete en Neguri, la zona residencial por antonomasia de la alta burguesía vasca –compra que OKDIARIO reveló en exclusiva a sus lectores–, ha sido reconocida en la declaración de bienes que la ministra ha presentado en el Congreso de los Diputados el pasado viernes.

No deja de resultar paradójico que quienes están exigiendo a los contribuyentes de clase media unos esfuerzos fiscales máximos, y que además tienen la intención de ir a más en su afán recaudatorio, luego ellos mismos, en su vida privada, hagan todo lo posible por sustraer al fisco y al ojo de la opinión pública su elevado estándar de vida.

En cualquier caso, el desnudo fiscal y el estricto régimen de compatibilidades al que se ven sometidos los ciudadanos si quieren entrar en la vida pública hace que muchas personas de notable valía profesional se lo piensen mucho antes de dar este paso. Y este desnudo económico tampoco garantiza por definición que los políticos vayan a ser personas probas y rectas. Al fin y al cabo, el pillo siempre encontrará el truco para ocultar lo que no quiere que se sepa –otra cosa es que luego le acaben cazando, o no-. Además, este exceso de transparencia más bien puede propiciar que sea el aventurero el que se anime, y no tanto porque piense en el bien común, sino para vivir a cargo de los generosos sueldos pagados por el contribuyente.

La clave aquí parece encontrarse no tanto en el rigor de las leyes como en la práctica de unas virtudes –por ejemplo, austeridad, afán de excelencia, sinceridad– que no por pasadas de moda dejan de tener actualidad. Mejor optar por una conducta guiada por estos principios que caer en las trampas de la hipocresía o del Estado-vigía.

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