La irresponsabilidad del Gobierno en el problema de MUFACE
Hace poco más de dos semanas, escribí en OKDIARIO acerca de la ineficiencia demostrada del sector público frente al privado, plasmado en el ejemplo de MUFACE, pues de los 1,5 millones de empleados públicos que pueden acogerse al seguro privado de sanidad, lo hacen 1,2 millones, de manera que si así lo eligen, ellos que pueden frente al resto de ciudadanos españoles, será porque perciben que el servicio prestado y la atención son mejores, es decir, que la eficiencia global es mejor.
Ahora, tras semanas de incertidumbre, el Gobierno ha elevado el importe del contrato hasta un nivel que parece que las aseguradoras aceptarían -aunque no está claro que todas vayan a hacerlo-, con lo que puede que se resuelva el problema. Ahora bien, el Gobierno se ha mostrado en todo este asunto sumamente irresponsable, como en tantos otros, porque aquí no le ha importado que una cuestión ideológica pusiese en riesgo la salud de muchas personas, pues no se trataba de que pasen de la sanidad privada a la pública si no hubiese renovación del contrato, sino que se trataba de algo mucho más grave: muchos pacientes tienen tratamientos crónicos, de mayor o menor gravedad, y son atendidos y seguidos por profesionales sanitarios desde hace tiempo. Si ahora tuviesen que cambiar de médico, de hospital y volver a contar su historial a un nuevo médico, podría haber un gran problema simple de continuidad en dicho tratamiento, que podría haber provocado el fallecimiento de algunos de esos pacientes, elemento que haría que el Gobierno hubiese podido incurrir en serias responsabilidades, además de lo peor, que sería la pérdida de vidas humanas.
Además, el Gobierno habría hecho que colapse la sanidad pública, pues no cuenta con medios para absorber, de la noche a la mañana, a más de un millón de personas. Eso habría provocado, por un lado, retrasos en la atención médica; por otro, incremento de coste para tratar de atender a dichos pacientes.
El Gobierno demuestra que no sabe gestionar nada, pues sólo sabe ocultar su inoperancia con más gasto público y cuando éste no se da -como es el caso, por el importe ofrecido a las aseguradoras en un primer momento, escaso para que puedan prestar el servicio, según anuncian- no tienen conocimiento ni capacidad de gestión para tratar de reconducir la situación. Malgastan el dinero en muchas otras cosas, y por cifras mucho más abultadas y son cicateros en lo esencial. Es la seña de identidad de un gobierno incapaz, dogmático y lleno de rencor y prejuicios.