Indocumentados y sobre todo deshonestos

Indocumentados y sobre todo deshonestos

Tolo Gili, presidente de Proposta per les Illes (PI), se ha despachado a gusto en una disparatada nota de prensa (https://www.el-pi.com/es/gili-el-gobierno-espanol-nos-sigue-estafando-15-anos-despues/) llena de falsedades e incoherencias a cuenta de la «sistemática discriminación que sufren las Islas Baleares respecto al resto de territorios del Estado español».

El nacionalista Gili, que con su uso del término «Estado español» tal vez crea todavía que vive bajo el régimen franquista o algo similar, se lamenta amargamente de la supuesta infrafinanciación que conlleva el actual modelo de financiación.

Entiendo que para una fuerza nacionalista como el PI cualquier modelo de financiación le sepa a poco cuando aspiran al cupo (concierto) económico que tienen vascos y navarros: recaudar todos los impuestos y pagar por los servicios que ofrece el Estado.

El concierto será el objetivo del PI, perfectamente legítimo por otra parte, pero no lo es y no lo ha sido para la clase política balear en su conjunto a lo largo de todos estos años. Para el PP de Jaume Matas y el PSIB de Xisco Antich el objetivo no residía en el concierto, sino en alcanzar la media de la financiación per cápita, algo que se consiguió con el cambio de modelo de 2009 gracias al cual Baleares pasó de estar una quincena de puntos porcentuales por debajo de la media a superar la media entre las regiones de régimen común. Desde entonces, Baleares nunca ha bajado de la media, nunca.

No es cierto, por lo tanto, que no se hayan conseguido avances en este sentido aunque, repito, para una fuerza que reclama el concierto económico cualquier modelo de financiación basado en la redistribución territorial de recursos (como el de 2001, como el de 2009 o como el que saldrá de la negociación que ahora mismo se lleva a cabo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera) distará mucho de satisfacerle. Hasta aquí el discurso de Gili es coherente. Las incoherencias vienen después.

La primera de ellas es cuando Gili saca a colación de modo confuso el criterio de ordinalidad con el que supongo no estará de acuerdo. La ordinalidad puede favorecer a las comunidades con mayor capacidad tributaria como Baleares al limitar la solidaridad entre territorios, pero en ningún caso va a terminar con el hecho de que Baleares siga aportando más de lo que recibe. Esto siempre va a ser así mientras el modelo se base en un principio como la solidaridad entre territorios, puesto que las Islas, afortunadamente, vienen siendo la segunda autonomía por detrás de Madrid con mayor capacidad tributaria.

Para añadirle más confusión si cabe, el líder supremo de Proposta per les Illes se refiere a otro criterio, el de la insularidad, un parámetro que ya se tiene en cuenta a la hora de calcular las necesidades de gasto del actual modelo y que da lugar al cálculo del Fondo de Suficiencia, el fondo de solidaridad interterritorial por antonomasia.

No me quiero cebar con el indocumentado y deshonesto Gili. En realidad, lo mismo podría decirse de casi toda la casta política balear en su conjunto que, en su indigencia, supina ignorancia y falta de honestidad, no hace otra cosa que lo que critica Gili en su desvergonzado comunicado de prensa, esto es, «engañar a los ciudadanos con sus anuncios vacíos de contenido».

En efecto, engañar a los baleares es crear falsas expectativas haciéndoles creer que un día van a alcanzar la luna del concierto económico. Esto es sencillamente inviable salvo que el concierto se universalizara a todas las regiones, lo que propiciaría el vaciamiento competencial y presupuestario del Gobierno central, que actualmente administra menos de la tercera parte de los impuestos de los españoles.

Engañar a los baleares, en efecto, es hacerles creer que no ha habido mejoras en el modelo de financiación durante los últimos 40 años, como si el gasto autonómico de la época de Gabriel Cañellas, incluso el del primer Antich, tuviera algo que ver con el gasto de Armengol, cuyo techo de gasto se supera año tras año. ¿De dónde vienen acaso los incrementos rampantes y reptantes de los presupuestos autonómicos que año tras año se baten a sí mismos si no es de una mejora sustancial de la financiación autonómica?

Engañar a los baleares, en efecto, es hacerles creer que una mejora de la financiación autonómica, mejoras que últimamente provienen de aportaciones mayores del Estado que de cambios en la redistribución entre regiones, va a suponer automáticamente un aumento del bienestar de los baleares sin contrapartidas cuando la primera de ellas -y que se oculta deliberadamente- es incrementar su esfuerzo fiscal.

Engañar a los baleares, en efecto, es hacerles creer que la economía balear y el bienestar de los ciudadanos dependen de si llegan más o menos recursos de Madrid. Un crecimiento de un solo punto porcentual en el PIB balear -que puede depender de algo tan sencillo y elemental como abandonar la turismofobia por parte del Govern, moderar su enfermizo intervencionismo en la economía o aumentar la seguridad jurídica- supone una mejora para el ciudadano superior al mejor de todos los sistemas de financiación, máxime cuando este punto porcentual de más -equivalente a unos 300 millones de euros- se va a quedar en su mayor parte en los bolsillos de los ciudadanos y no en el de los políticos, los máximos interesados, lógicamente, en que el botín de la financiación crezca continuamente no tanto para el bienestar de los ciudadanos como para su propio bienestar, el de sus clientelas partidarias y el de una administración gigantesca que no deja de engordar, sin otro fin que servirse a sí misma a costa de la depredación de las clases medias productivas.

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