El honor es mi divisa

El honor es mi divisa

“El honor ha de ser la principal divisa del guardia civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás”. Así empieza la cartilla fundacional de la Guardia Civil, y con eso se ha ido el coronel Pérez de los Cobos, con su honor.

El coronel cesado ha dado muestra de ello y, solo 24 horas después, su superior, el general Laurentino Ceña, con su dimisión ante el Ministro, da muestra de otra virtud, la dignidad. Honor y dignidad frente a la mentira y el miedo de un gobierno desbordado.

Por si Sánchez nunca lo supo o Marlaska lo ha olvidado, el honor es, según el diccionario, la “cualidad moral, que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo”. Y eso ha hecho el coronel, cumplir con su deber, ante la juez, conforme a la ley y pese a las consecuencias.

Ambos mandos podrán seguir vistiendo erguidos su uniforme mientras Marlaska quizá alcance, sin poder mirarse al espejo y tembloroso, a ponerse la toga. Todo por un gobierno que hace tiempo que perdió el honor en manos de golpistas y bildutarras. ¿De verdad le merece la pena, Sr. Marlaska?

Para que le merezca la pena hay que valer, como Sánchez, y creo que usted, Sr. Ministro, no es de esa pasta. El Presidente sí que sabe, le basta confundir honor con imagen y mentira con estrategia y ya puede uno dormir tranquilo a pesar de Iglesias. Así, da igual enmerdar todo lo que se toca, como un rey Midas que, en vez oro, la convierte en detritos toda institución que toca.

Primero fue la Abogacía del Estado, molestaba a sus nuevos amigos del Palau y Dolores delgado se encargó de cesar a Edmundo Val antes de que empezase el juicio por rebelión (perdón, sedición). Todo un apoyo a la profesionalidad de la Abogacía del Estado.

Y lo último ha sido la Comisión de Reconstrucción. El primer insulto es nombrar a Patxi López como su presidente, pero como no es políticamente correcto criticar la mediocridad, voy al segundo insulto al Parlamento: mientras con una mano (la del Gobierno) propone una comisión para debatir y acordar medidas para la reconstrucción social y económica, con la otra mano (la del PSOE) firma un acuerdo sobre uno de los principales pilares a tratar en esa comisión, el régimen laboral. No nos haga perder el tiempo, Presidente.

Y entre tanto la Fiscalía General. Sorprendido de que no dependiera del Gobierno, consideró su independencia un detalle sin importancia y nombró Fiscal General a la exministra Dolores Delgado. ¡Toma ya!

Algunos, ante muchas noticias en los medios o decisiones en el BOE, nos preguntamos dónde está la Fiscalía, pero ya lo sabemos. Está en manos de Dolores Delgado, o, como diría Sánchez, dejando la pregunta en el aire, ¿o no…?

Pero con una jueza que se cree su trabajo y con la Guardia Civil hemos topado. Quizá todo acabe en nada pero en eso consiste el Estado de Derecho y la separación de poderes, en poder investigar y controlar, en empezar y actuar, independientemente del fin de esas investigaciones.

E interferir en ello muestra una sospechosa inquietud. No se equivoca aquella cartilla de nuestra Guardia Civil cuando continúa diciendo (artículo 6): “El Guardia Civil no debe ser temido sino por los malhechores; ni temible, sino a los enemigos del orden…”.

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