El ‘héroe de Paiporta’ está en Kiev dando ánimos a Zelenski

Sánchez Kiev Zelenski

El significativo ascenso de la AfD en Alemania en paralelo a la debacle del SPD del canciller Scholz- con el peor resultado obtenido desde la reunificación- , es un hecho político para la reflexión. Confirma que el socialismo en la UE está en clara decadencia mientras sube la calificada como «ultraderecha». Es curioso que no existe «ultraizquierda», y sin embargo así es denominada casi por unanimidad cual una consigna de la “multinacional progresista» (Sánchez dixit), financiada por la USAID con Soros y Bill Gates de intermediarios singulares para comprar plumas y voluntades con un descomunal presupuesto de centenares de millones de dólares para imponer la ideología woke y que Trump ha desvelado para acabar con ella.

Que este resultado se haya producido en Alemania le otorga una especial relevancia, a la espera de las próximas elecciones en Francia, donde Macron acumula cuatro primeros ministros en un año, además de una elecciones legislativas que anticipó con un evidente fracaso para sus aspiraciones. La UE se ha construido pivotando políticamente sobre el «eje París/Berlín», lo que agudiza aún más la importancia de la crisis europea que ha provocado- el líder mundial «ultraderechista»- Donald Trump, con su regreso a la presidencia estadounidense.

La semana pasada escribíamos estar a la espera de las elecciones alemanas y del resultado de la reunión de dirigentes europeos convocados por Macron en París. Hoy que ya conocemos ambas respuestas, el balance muestra una auténtica crisis existencial de la actual Unión Europea. Es decir, no una mera crisis política o económica más o menos profunda, pero coyuntural, sino una crisis que afecta a la misma identidad histórica europea. Es un hecho muy estudiado por la Historia, que Europa comenzó su decadencia en 1914 al comienzo de la Primera Guerra Mundial, cuando Francia para vengarse de Alemania por su derrota en la guerra franco prusiana en 1871 , pactó con la Rusia Zarista contra ella y el Imperio austrohúngaro. El resultado fue la desaparición de ambos imperios, además del Zarista, y la aparición de la URSS. Esa decadencia se pondría de manifiesto cuando los Tratados de Versalles con las excesivas sanciones impuestas y la crisis del ’29, provocaron una gran crisis económica y social en Alemania que sirvieron de coartada a Hitler para exacerbar el deseo victimista de venganza con el nazismo.

La posterior Segunda Guerra Mundial consecuencia de la Primera, culminaría la decadencia europea, estableciendo un orden geopolítico bipolar de EEUU y la URSS, con Europa virtual satélite político estadounidense. El Tratado de Roma en 1957, fue un intento de recuperar la identidad histórica y la unidad europeas sobre bases económicas, e inspirada por los principios y valores de sus padres fundadores, Schuman, Monnet, De Gasperi, Spaak y Adenauer, todos ellos humanistas cristianos.

Su evolución hasta llegar a la actual UE, tuvo un momento decisivo con el frustrado intento de una Constitución aprobada en referéndum en todos sus Estados. Sucedió tras fracasar el referéndum en Francia, seguido por el de Holanda ambos en 2005, siendo retirado aquel no nato proyecto Constitucional. Y con un intenso debate por la negativa a incorporar en su preámbulo una referencia a las raíces cristianas de Europa. Volviendo de la Historia a la actualidad, asistimos desde la conversación telefónica de Trump con Putin, y del encuentro de Rubio y Lavrov en Riad, a una auténtica avalancha de críticas (USAID) a la pretensión de alcanzar un acuerdo para acabar con la guerra que hoy cumple ya su tercer año «marginando a Ucrania y la UE y cediendo territorio a cambio de la paz».

Por cierto, una guerra en la que Ucrania y Rusia ponen las víctimas mientras el deep state y Bruselas hacen el negocio. Hoy se encuentra Sánchez, el héroe de Paiporta, por cuarta vez con Zelenski en Kiev, ante su imposibilidad de pasear, sin estar rodeado por un megacírculo de aislamiento, por la calle de cualquier lugar de España. Y tampoco tener que dar explicaciones acerca de la ignominia de volver a suplicarle al progresista Puigdemont que le permita seguir en la Moncloa. Ante un verificador internacional y en Waterloo, su lugar de residencia como prófugo de la justicia española: todo muy progresista. Y tan feminista como sus aliados Errejón y Monedero.

Lo último en Opinión

Últimas noticias