La UE en busca de nueva identidad ante un orden geopolítico tripolar

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La semana pasada, en el contexto de la nueva situación internacional creada con el retorno de Donald Trump a la presidencia de los EEUU, escribimos que «la UE aparece como un virtual convidado de piedra ante un nuevo orden geopolítico…». Para a continuación terminar: «… y con Sánchez en España pretendiendo ser el antiTrump occidental…». Si eso escribíamos entonces, hoy tras la Conferencia Internacional sobre Seguridad celebrada en Múnich, estamos en presencia de un escenario inédito en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. En concreto, desde que el bombardeo japonés de la base naval de Pearl Harbor provocó que EEUU abandonara su posición de «no beligerante» -que antes era de «neutralidad»- para entrar en guerra incorporado al bando de los aliados en 1941. Esa decisión significó un vuelco militar en la contienda que en Europa tendrá su fecha icónica con el “desembarco de Normandía”por los Aliados el 6 de junio de 1944, que marcará el comienzo de la liberación de Francia y de Europa. Esa guerra estableció como es sabido un orden geopolítico dual con EEUU y la URSS liderando dos grandes zonas de influencia entre el mundo occidental y el comunista respectivamente.

Tras la desaparición de la URSS, ese orden pasó a ser de hecho «unipolar» y liderado desde Washington. Y Europa perdió la oportunidad histórica de hacer realidad el proyecto de Charles de Gaulle de construir una «Europa desde el Atlántico hasta los Urales» optando por seguir delegando su defensa en la OTAN cuando ya no existía el peligro del expansionismo soviético, al desaparecer la URSS. Lo que supuso considerar a la Rusia de Boris Yeltsin como su sucesora. Esa situación, como decimos, ha experimentado un sustancial cambio concretado por el vicepresidente J. D. Vance en la referida Conferencia de Múnich. Considerar a Putin como interlocutor único para poner fin a la guerra en Ucrania, y afirmar que China y Rusia no son potenciales enemigos de Europa, sino que su peligro está en su interior por la pérdida de sus originarios valores, ahora sustituidos por la ideología woke, y frente a los cuales «ni EEUU ni la OTAN pueden ayudar», marca un auténtico parteaguas en la historia contemporánea.

Hoy están en París los dirigentes de Alemania, Italia, España, Polonia, y Reino Unido (…) convocados por Macron- para acordar una posición común ante el histórico reto planteado por la administración Trump. Aranceles a las exportaciones de los países de la UE y la práctica desaparición de la Alianza Atlántica fundada en 1949, configuran un escenario inédito e imprevisible para la élite política con mando actual en Bruselas. Rusia con Ucrania en Europa Oriental; China con Taiwán en la región del Indo Pacífico, y EEUU con Irán en Oriente Próximo, son -eran- «polos» en disputa para concretar el nuevo orden global «multipolar» pactado por Putin con Xi Jinping en Pekín exactamente hace tres años en febrero de 2022.

Inmediatamente y tras su firma, comenzó la guerra en Ucrania, zona de influencia reivindicada por Putin, y seguida con la promovida por Irán contra Israel por medio de Hamás el 7 de octubre de 2023, para decidir el «polo» en esa estratégica región de Oriente. Ese orden multipolar parece decantarse liberado por EEUU como hasta ahora, pero acompañado de China, incorporando a Taiwán con un régimen administrativo especial similar al de Hong Kong, cuando tras más de 150 años de depender del Reino Unido, fue «devuelto» a China en 1997. Y además de Rusia que lo va a negociar Putin con Trump en Arabia Saudí para acabar con la guerra en Ucrania. En esta geopolítica global, la UE busca su lugar en París, que de momento es inexistente, sometida a la dictadura ideológica woke, promovida (entre otros) por la izquierda cultural más radical. Italia con Giorgia Meloni y Viktor Orbán en Hungría son adelantados de esa eventual y «nueva» UE que está a la espera del resultado de las elecciones de este domingo en Alemania y con Marine Le Pen a la expectativa en Francia. Un eventual futuro europeo no woke parece ilusorio con los actuales dirigentes. Y teniendo además que multiplicar el gasto en Defensa (contra Putin), ¿qué papel jugaría en esa nueva UE el sanchismo con sus socios comunistas?

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