El Gobierno juega irresponsablemente con los Presupuestos

Presupuestos

El Gobierno da muestras de una gran irresponsabilidad presupuestaria, tanto interna como externa, cuando estamos terminando el año y ni tiene aprobada senda de estabilidad, ni presentado proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE), ni convoca elecciones para evitar esta zozobra económica.

Esta decisión del Gobierno hace un gran daño a la economía española por los siguientes motivos:

  • Los plazos importan, y el no respetarlos resta credibilidad.
  • Si no lo presenta, se debe o a falta de ideas, que nos llevaría a pensar que son incapaces de pensar en una política económica que no sea la del aumento del gasto sin criterio, o a un camuflaje de la realidad de los ajustes, para que los apoyen Sumar -pese a estar en el Gobierno, la negociación con ellos es tensa en muchos temas presupuestarios-, Podemos y ERC, y a una subasta para que los apoye Junts.
  • Esto muestra la deriva del Gobierno, sin ideas, sin apoyos y sin capacidad para proponer reformas que saneen a la economía española y, como los malos estudiantes, deja sus deberes para una convocatoria extraordinaria muy forzada.
  • Todo ello, resta seguridad jurídica, ahuyenta inversiones y perjudica a la economía y al empleo.

Así, el presente año, 2024, España está sin PGE, debido a que tras el rechazo que hubo de los presupuestos autonómicos de Cataluña por los socios de Díaz, que provocó el adelanto electoral en la región catalana -elecciones celebradas hace tres meses y medio-, el gobierno de Sánchez decidió no presentar Presupuestos Generales del Estado para 2024, manteniendo la prórroga presupuestaria que opera en estos momentos.

Y, ahora, según su portavoz, va a presentar proyecto de PGE para 2025, aunque no termina de hacerlo, cuando todo parece indicar que no cuenta con la mayoría suficiente para sacarlos adelante, es decir, hay una elevada probabilidad de que dichos presupuestos le sean devueltos al Gobierno -si es que los presenta en algún momento-, pero ni siquiera sabemos cuándo. De hecho, quiere presentar unos presupuestos cuando la senda de estabilidad ha sido rechazada por el Congreso, aunque haya logrado cambiar por la puerta de atrás la capacidad del Senado de paralizar dicha senda, y cuando ha tenido que retirarla para que no sea, de nuevo, rechazada.

De presentarlos finalmente, son unos presupuestos que nacerían muertos de inicio, de un cumplimiento irreal, de un grave riesgo de inestabilidad presupuestaria, que, además, tienen pocas posibilidades de salir adelante, salvo que Sánchez mercadee, una vez más, para logar los apoyos de su coalición Frankenstein ampliada, pero ya le va quedando poco que vender. Si el Gobierno desistió de intentarlo este año, fue reflejo significativo de su debilidad parlamentaria, de su incapacidad para poder gestionar adecuadamente la economía, pues no tiene fuerza para sacar adelante unos presupuestos, ni aun cediendo en todo lo que le pidan, como viene haciendo desde que volvió a ser investido presidente del Gobierno.

Y si no hay presupuestos para 2025, el Gobierno debe irse, es decir, debe dimitir o convocar elecciones. Es lo que debió de hacer cuando tuvo que renunciar a que hubiese PGE en 2024, y es lo que debería hacer ahora si su proyecto de PGE es devuelto al Ejecutivo, si lo presenta, o si desiste de hacerlo. Su empecinamiento está restando credibilidad a España, a su economía.

Insistir en seguir gobernando con una nueva prórroga presupuestaria es una absoluta irresponsabilidad, pues las cuentas públicas constituyen la ley más importante de cada año, ya que recoge las actuaciones de política económica del Gobierno. Adicionalmente, en un contexto en el que vuelven a operar las reglas fiscales se hace imprescindible que se elaboren unos presupuestos que permitan alcanzar la estabilidad presupuestaria. La ausencia de los mismos introduce inestabilidad económica, inseguridad jurídica y deja a la cuarta economía del euro a la deriva, perdiendo oportunidades, es decir, perjudicando a la actividad económica y empleo.

Una cosa es que el presupuesto deba ser de gasto limitado, que reduzca la deuda y baje impuestos, y otra cosa es se gobierne con prórrogas, pues esto es una situación excepcional que no puede ser aplicada de manera ordinaria y habitual.

En la facultad, nos enseñaban en la primera asignatura que teníamos de Economía Publica que la devolución de unos presupuestos conllevaba la dimisión del Gobierno, al no poder sacar adelante la ley más importante del año que articula la acción de Gobierno. Hace algún tiempo que eso dejó de tenerse en cuenta, pero es lo que el Gobierno debería hacer, pues está claro que no tiene la confianza parlamentaria necesaria para poder sacar adelante las cuentas públicas, de ahí que desistiese de continuar su tramitación para 2024 y de que probablemente le sean devueltos para 2025 -salvo cesiones inimaginables-, si es que llega a presentarlos.

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