Feijóo sin Vox convence, las catalanas son el ‘match point’

Feijóo Vox

España no vota como Galicia, lo pudo comprobar con claridad Feijóo y con él todo su equipo de Génova este pasado verano; pero Galicia tampoco vota como España, lo pudo comprobar Sánchez desde su búnker de La Moncloa en la noche de ayer. Todas las cábalas se hacían en función de un supuesto: Feijóo se examinaba tras la sorpresa de julio en las generales, pero al final la sorpresa se la ha llevado Sánchez, ahora es él quien vuelve a ser examinado y la hoja de ruta de aquí a finales de año pasa por tres metas volantes importantes: las vascas, las europeas y las catalanas.

Pero antes, hay algunos datos clave que nos deja la jornada electoral gallega, dos en la izquierda y dos en la derecha: por un lado, el BNG fue el partido más votado en la franja de edad entre 18-44 años y el PSOE no ganó ni en Vigo, la mayor ciudad de Galicia, donde en las municipales arrasó y ayer triunfó el BNG por primera vez en toda su historia; por otro lado, el PP es el partido más votado en la franja de 45 años en adelante y VOX obtiene un 2,19% y 0 diputados (en julio obtuvo en toda España un 12,38% y 33 diputados, en mayo fue clave en casi todos los parlamentos autonómicos y triplicó el número de concejales). La dinámica de cambio se frenó ayer y la estabilidad y el miedo a ese cambio ganaron. Pero, ¿será posible repetirlo dentro de cuatro años?

A nivel nacional, Feijóo y el PP sin un Vox capaz de condicionar el gobierno (lo hemos visto antes en Andalucía con Moreno y también, con una estrategia distinta, pero con igual resultado, con Ayuso en Madrid) podría gobernar sin problema alguno, como podrá continuar haciéndolo Rueda a partir de hoy en Galicia. No es el caso de los otros cuatro barones regionales populares que, en mayor o menor medida, están condicionados por ese apoyo. Contra eso es contra lo que votaron los electores que el 23-J le dieron de nuevo el gobierno a Sánchez, no contra VOX, sino contra la posibilidad de que Vox condicione gobiernos y en concreto el Gobierno de España.

Este aspecto es crucial para el PP: no es tanto que Vox exista y tenga su espacio político, que también (porque como dice Aznar y se vio ayer, el PP sólo gobierna y gana con claridad cuando no tiene a nadie a la derecha del PSOE, lo mismo ocurría con Cs), sino que no se visualice esa capacidad de dar o quitar gobiernos, que es lo que vimos en la precampaña de las generales con el espectáculo de Extremadura. Hay un camino que pasa por la estrategia seguida con Ciudadanos, ir engullendo a VOX electoralmente poco a poco; y otro, complementario, que pasa por no poner el foco de atención en VOX, el gran error en las generales. Salvo que estés en Galicia o tengas autoridad y voz entre su electorado, como Ayuso. Si no, mejor evitar ese charco.

¿Por qué las catalanas, previsiblemente adelantadas a finales de año, serán el verdadero match point de la legislatura en Madrid? Primero porque Sánchez depende de Puigdemont, los siete diputados de Junts son la clave de bóveda sobre la que se sostiene todo el andamiaje del sanchismo en sus coletazos finales: sin esos siete escaños, no sería presidente desde verano. Segundo porque es la amnistía el verdadero tema de la legislatura, el centro de todo el debate nacional. Tercero, porque las autonómicas en Cataluña marcarán lo que pase en las generales en esa comunidad, y si en 2016 la diferencia entre el resto de partidos y PP+Cs fue de 38, en 2019 lo fue de 42 con VOX y en 2023 de 40, el PP necesita reducir esa distancia en, al menos, dos diputados nacionales. Y cuarto, porque es en Cataluña -que no es cualquier territorio por razones históricas, de peso electoral, demográfico y económico- donde el PSOE tiene verdaderas posibilidades de gobernar una gran comunidad.

Hace tres años, Illa se hizo -un 14 de febrero, San Valentín- con la victoria, en votos y en escaños. Pero, como le ocurrió a Maragall en 1999, la novia se le escapó en el último momento: no pudo gobernar y el independentismo, con un Junts justo por detrás de ERC, retuvo la Generalitat. Ahora la situación es diferente, las encuestas le dan un aumento significativo al PSC, con una Esquerra del president Aragonès en franco retroceso desde el año pasado y un Junts que vuelve a levantar cabeza a lomos de la amnistía, pero también del discurso contra la inmigración ilegal y la inseguridad, ojo a este dato porque es esencial para comprender cómo piensa recuperar espacio electoral.

Por otro lado, el PP cuenta con buenas expectativas, teniendo en cuenta que en 2021 quedó en último lugar con sólo tres diputados -su peor resultado en el Parlament- y que VOX lo superó ampliamente, aunque ahora quedaría por detrás. Esto enlaza con la noche de ayer: Galicia no es España y tampoco Cataluña, pero la tendencia general de VOX desde que llegó Feijóo a Madrid es a la baja y el PSC ocupó un espacio de centralidad -el de los que quieren dejar atrás el procés- que iba desde el antiguo votante de Cs hasta el del PP e incluso Junts, pasando por la izquierda: ERC y Comuns. Ahora ese espacio volverá a estar en disputa entre todos esos partidos.

Así las cosas, las siguientes elecciones, las vascas, serán importantes porque el miedo al independentismo del BNG -que ayer al PP le permitió amarrar la mayoría en Galicia- no puede ser utilizado por quien en el País Vasco puede ser desalojado del poder, el PNV, dado que comparte el mismo programa político que Bildu, su gran competidor. El PSOE, además, tendrá que decidir entre uno y otro, probablemente, y eso le hará perder otro aliado fiel en el Congreso, además de Podemos, la lista se irá haciendo más larga. Y las europeas serán fundamentales, porque en ellas el PP visualizará probablemente, con las encuestas de ahora en la mano, una distancia superior a 10 puntos, porque la UE es clave para la estrategia popular para frenar la amnistía y porque tendrá una nueva ocasión para visualizar un VOX cada vez más lejos del PP.

Pero las elecciones que serán trascendentales serán las autonómicas en Cataluña, las que decidan qué pasa con Sánchez el año que viene: si gobierna su candidato Illa, porque saldría reforzado in extremis; si gobierna Junts, porque el reforzamiento de la posición de este partido podría, con la amnistía aprobada, desligarlo del mantenimiento del apoyo al PSOE una vez conseguido su doble objetivo. Aunque hay quienes afirman que podría ocurrir justo lo contrario y que el efecto rebote de la exclusión de Junts del Govern llevaría a sumar al partido de Puigdemont en la lista de grupos parlamentarios que votarían en contra de los presupuestos y de todo.
En cualquier caso, reducir la relevancia de VOX es clave para el PP, porque es el arma que permite al PSOE seguir en el gobierno. Cataluña es clave para el PSOE, porque puede permitir a Sánchez seguir en La Moncloa… o ser su tumba política definitiva.

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