A Enrico Letta no le vayas con «nación de naciones» y zarandajas así
Enrico Letta, primer ministro de Italia entre 2013 y 2014 y líder del Partido Democrático Italiano del 2021 al 2023, ha elaborado por encargo de la Comisión Europea un ambicioso informe sobre el futuro del mercado único. Lo presentó el martes a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Su propuesta es que se integren a no tardar la industria de defensa europea, el mercado energético, el financiero y el de telecomunicaciones.
Estamos en un mundo cada vez más grande, opina, y Europa, fragmentada país por país, es demasiado pequeña para sobrevivir en él. Muy sensato. ¿Quién podría discutir la conveniencia de construir más Europa? Sin embargo, posturas inteligentes como ésta se dan de bruces con fantasías altamente destructivas como la de Pedro Sánchez (¡y de ese intrigante de Zapatero!) y su «nación de naciones» o «estado plurinacional», que avalarían futuras secesiones. Cuando al ex presidente Letta, en un viaje a Sevilla la pasada semana para participar en el IV Congreso de la Sociedad Civil, le preguntaron sobre la pervivencia anacrónica de algunos nacionalismos en Europa, respondió: «El nacionalismo en Europa hace feliz a Wall Street y a los chinos».
Y Letta vino para hablar de economía o, básicamente, de economía. Pero el avance en la integración europea también es una cuestión de paz y de seguridad. Los países constituidos en la Unión Europea llevan siete décadas sin experimentar ningún gran conflicto entre sí. Esta «larga paz» es una consecuencia de la pax americana tras la Segunda Guerra Mundial, desde luego. Pero también de la constitución progresiva de una Unión cuyos tratados reconocen explícitamente «la importancia histórica de que la división del continente europeo haya llegado a su fin».
Debemos tener muy presente que uno de los motivos de que haya menos guerras en el mundo es la reducción de naciones, estados, reinos o cualquier clase de unidad política. La razón es simple: existe mayor riesgo de conflicto entre países que dentro de los países consolidados. Es más probable una guerra contra los vecinos que una guerra provincial entre compatriotas.
Lewis Fry Richardson, matemático, médico, meteorólogo, psicólogo y pacifista inglés, pionero del estudio de fractales y del empleo de las matemáticas en los pronósticos del tiempo, aplicó los mismos principios al estudio de las causas de las guerras y cómo prevenirlas. En su famoso y extenso Statistics of Deadly Quarrels (Boxwood, 1960) cotejó estadísticas que indicaban, entre otras cosas, un menor número de conflictos intraestatales en comparación con los habidos entre ellos.
A tenor de este conocimiento, deben encenderse las luces de alarma cuando el presidente de un país de la Unión Europea, y además por motivos espurios y totalmente al servicio de su propia causa, se enreda en devaneos en dirección contraria. Es una inquietante regresión histórica en el sentido de Richardson y una amenaza para Europa.
Enrico Letta se traslada a Madrid a finales de noviembre para convertirse en el nuevo decano de la Escuela de Política, Economía y Asuntos Globales del IE. Tenemos que alegrarnos de que, en un momento tan penoso, en el que quien debería dirigirnos hacia la unión y el progreso se vende a los nacionalismos periféricos más disgregadores, se escuchen voces solventes que nos hablan de lo obvio: no sólo es un suicidio que en lugar de un mercado único haya 27 mercados y que eso sea un gran regalo para nuestros competidores; es que lo que llamamos Occidente sigue teniendo muchos enemigos, y nuestra obligación es reforzar lo que nos une empezando por nuestra casa. Y eso va más allá del euro y de los mercados financieros.