A oscuras del socialismo y el nacionalismo

socialismo nacionalismo

Imágenes que estamos viendo estos días muestran a Cuba a oscuras; pero también muestran que los cubanos no sólo no tienen luz, sino que están sin hogares dignos, sin una alimentación completa y adecuada o sin muchos bienes de primera necesidad. La energía en la isla depende del petróleo de Venezuela, que se lo da a cambio del soporte ideológico y el modelo marxista de gestión (en realidad de manipulación, empobrecimiento e intimidación del pueblo).

Pero ahora en Venezuela están todavía peor que en Cuba, convirtiéndose en un ejemplo más, como en Argentina, Bolivia o Nicaragua, del fracaso del modelo económico socio-comunista en todo el continente y del terrible saldo de las dictaduras y autocracias marxistas en todo el mundo. Pero intramuros de la democracia, no sólo la izquierda radical, sino que, aunque se resisten a aceptarlo, también ha fracasado la socialdemocracia.

A pesar de los descalabros económicos y sociales que siempre generan, se niegan a perder protagonismo y se revuelven engatusando a la sociedad con nuevos ídolos; nuevos becerros de oro, como el feminismo o el ecologismo, a los que convierten en ideologías. Eso sí, con dimensión totalitaria, ya que no aceptan la existencia de otros acercamientos distintos de los que impone su radicalidad; por eso no se puede mostrar tibieza en el endiosamiento del cambio climático, no reconocer el derecho a abortar o estar en contra de la discriminación positiva de las mujeres o de los colectivos LGTBIQ+.

Son muchos autores, como el antiguo primer ministro italiano, Enrico Letta, los que denuncian cómo Europa se empequeñece víctima del nacionalismo y de las ideologías que ha impuesto el nuevo progresismo. Se reconocen, al menos, tres efectos nocivos: la distorsión moral de la sociedad y el deterioro ético de los ciudadanos; el estancamiento económico y la pérdida de competitividad respecto a China y EEUU; y la vulnerabilidad ante los imperialismos y los nacionalismos.

Dentro de este esquema, España es uno de los pocos países europeos en que la izquierda se mantiene en el poder. Esta situación no se corresponde con la victoria de una opción ideológica atractiva, ya que, primero el marxismo y después el socialismo han sido derrotados y ultrapasados por sus fracasos económicos y políticos. Pero la izquierda de nuestro país, hábilmente autoreconvertida en el único e intransferible movimiento progresista, ha tenido un tremendo éxito en la generación del enfrentamiento social y en la apropiación de valores comunes, como la solidaridad o la igualdad, que ha retorcido e ideologizado.

Además, para llegar y mantenerse en el poder, ha tenido que abrazarse a todos los que están en contra del sistema, no sólo del autóctono régimen del 78, sino de la propia democracia liberal. Y ha tenido que asumir, por un lado, las aspiraciones de las minorías nacionalistas (¡con los conflictos que los nacionalismos han generado en Europa!) y, por otro, los principios propios del radicalismo marxista.

Se produce, entonces, la paradoja de que son las ideas radicales, de partidos radicales muy minoritarios, las que se terminan por imponer, hasta el punto de que el sanchismo acaba por ser un caballo de Troya del autoritarismo marxista (con su habitual modelo socio-económico) introducido en la ciudadela democrática.

Por eso el desempeño (no se le puede llamar proyecto) económico del sanchismo está tan abocado al fracaso como el de los socialismos autoritarios. Solamente la propaganda gubernamental y el paraguas europeo, que permite que sigamos endeudándonos, retrasan la percepción del estrangulamiento de la iniciativa empresarial, del agotamiento de nuestras escasas fuentes de crecimiento y del empobrecimiento de los españoles. El pobre (aunque vaya en cohete) crecimiento, que apenas ha conseguido compensar la caída del 12% del PIB que provocó la nefasta gestión de la pandemia, es completamente inflacionario y no evita la pérdida real de renta en un escenario de incremento del esfuerzo fiscal, que es con mucho el más alto de la OCDE.

Pero el Gobierno solamente puede huir hacia adelante; exigido, como hemos dicho antes, por el incesante chantaje de sus socios, se ve obligado a escorarse más y más cada día. Las recetas económicas son cada vez más radicales e intervencionistas y políticamente se van alejando de las posiciones de nuestros socios comunitarios. Nuestra democracia y nuestra economía están por eso cada vez más apagadas, y tiempo es ya de que, como en el soneto de Quevedo, sea al ambicioso apolo al que consigamos oscurecer. Y en escabeche, el sol se quedó a oscuras.

Lo último en Opinión

Últimas noticias