El engaño del tripartito al descubierto
Las cartas están boca arriba. Ya nadie engaña sobre qué han venido a hacer a la política y en la Comunidad Valenciana. Todos tenemos claro que el PSOE, Compromís y Podemos tienen por objeto transformar la sociedad para que vaya en una determinada dirección: la que conduce hacia el pensamiento único, la ideologización desde las edades más tempranas y la intervención de la libertad individual en todas las esferas. Cualquiera podría pensar que se trata de un dibujo apocalíptico de lo que sucede en nuestra Autonomía pero la realidad es que hemos tenido un serio retroceso en el cumplimiento de los derechos básicos constitucionales y esos desafíos han llegado, lamentablemente, desde las instituciones que deberían ser fieles a su protección. La ideología nubla cualquier actuación de Ximo Puig y Mónica Oltra con sus socios de Podemos haciendo de palmeros en la mayoría de las ocasiones y ello redunda en perjuicio de los valencianos. Abominan también de la colaboración público-privada y si para ello deben eliminar conciertos sanitarios bien valorados por los ciudadanos como el de La Ribera pues se hace sin miramientos.
La intervención prosigue en el ámbito económico con la subida impositiva, también en la falta de respeto hacia las tradiciones del pueblo valenciano donde todo lo que nos distingue como sociedad de respeto y convivencia como parte del proyecto de España se intenta arrinconar. Prohíben aparcar a los ciudadanos en zonas donde siempre se ha permitido y que no generaban conflictos, con la excusa de la pacificación del tráfico ponen trabas a quienes utilizan los vehículos privados pero sin potenciar al mismo tiempo el transporte público. Agitan a las masas, o lo intentan, con la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana y la primera medida que aprueban cuando Pedro Sánchez llega al Gobierno es retirar la enmienda a los Presupuestos Generales del Estado para obtener más fondos y que con Mariano Rajoy como presidente sí iban a presentar. No pueden disimular porque la demagogia con la que actúan tiene, como las mentiras, las patas muy cortas.
Las prohibiciones de los festejos taurinos populares, el toque de campanas, la entrada de la Real Senyera a la Catedral durante el 9 d’Octubre o el intento fallido —gracias a la actuación de la Justicia— de convertir a las Diputaciones provinciales en “bancos” de la Administración autonómica son otros “logros” de Ximo Puig y compañía. Y por encima de todo, por lo injusto y peligroso que resulta para la convivencia futura en la Comunidad Valenciana, destaca el acercamiento progresivo e inexorable del tripartito a las tesis del proceso independentista catalán. La hoja de ruta es mimética y el resultado en Cataluña ya hemos visto cuál es. La ley educativa ya no permite a muchos padres poder elegir la lengua vehicular en la que quieren que estudien sus hijos. Están vulnerándose derechos fundamentales y vamos a luchar para no suceda. El valenciano y el castellano deben permanecer como dos lenguas cooficiales en pie de igualdad y con el mismo respeto y cariño de los ciudadanos. No pueden ser un arma arrojadiza y arrinconar el castellano es algo que nuestra sociedad no entiende. El PP va a estar siempre del lado de la tolerancia y la libertad de elección y los tribunales ya nos han dado reiteradamente la razón.
Peligro pancatalanista
Haría bien Pedro Sánchez en no cerrar los ojos porque Puig y Oltra están en sintonía con el pancatalanismo. El adoctrinamiento en las escuelas ha comenzado y se va a reforzar con la apertura de la radiotelevisión pública À Punt dirigida por la corresponsal de TV3 en Valencia durante años y con un equipo directivo que emana de la televisión pública catalana. Hasta Carles Puigdemont está encantado con esta herramienta que será el Caballo de Troya de los independentistas en las casas de los valencianos. Estos dirigentes del tripartito se han adentrado también en la exigencia del requisito lingüístico que persigue que se hable bien el valenciano antes de tener buenos profesionales. No queremos llegar al caso balear donde ya hay denuncias por no encontrar médicos solventes en algunas especialidades porque huyen ante la exigencia del citado requisito. La intervención en la esfera privada llega incluso a través de encuestas realizadas en colegios o colectivos como el de las Fallas, donde se pregunta quién habla en valenciano para establecer un catálogo de buenos y malos ciudadanos. Todo esto hay que revertirlo y el PP va a plantar cara y a recuperar la libertad para los valencianos frente las prohibiciones y las coacciones.
No vamos a permitir que esta deriva siga y arrastre a la Comunidad Valenciana a un empobrecimiento cultural y de polo de atracción turística e inversora como consecuencia de estas políticas desfasadas y basadas en los nacionalismos más rancios. Los valencianos somos emprendedores, solidarios, acogedores y captadores de talento, orgullosos de nuestras señas de identidad y con una iniciativa individual alejada del intervencionismo propio de regímenes de otras épocas. Esta sociedad avanzada debe perdurar y el proyecto que encabezo, sin complejos, va a defenderla de los ataques que tres años después de llegar al poder ya no pueden esconder los adalides de la “nueva política”.