Encima de apaleados, cornudos

Encima de apaleados, cornudos

El Gobierno de Pedro Sánchez no sólo dejó abandonados a su suerte a los policías enviados a Cataluña, privados de medios y efectivos, sino que  –en el colmo de la indignidad– les ha hurtado los descansos y no ha regulado complementos salariales sustitutivos. Como informa OKDIARIO, el sistema de retribución que se venía aplicando –que tenía en cuenta la peligrosidad, además de otros factores como el tiempo de descanso– ha sido sustituido  por otro en el que el cómputo de los servicios realizados se rige por el sistema general, lo que da como resultado la reducción de los descansos correspondientes sin compensación económica alguna.

Es difícil de explicar que a los miembros de la Unidad de Intervención Policial, los mismos que pusieron en peligro sus vidas  haciendo frente a la violencia de los separatistas radicales en Cataluña, les hayan bajado el sueldo precisamente el mes en que los servicios prestados fueron más y de mayor peligrosidad. El Gobierno, de forma unilateral, ha roto los acuerdos alcanzados en su día (2015). Por ello, es urgente que el Ministerio de Interior ofrezca una explicación convincente a esta «rebaja» de sueldo, porque si no media una razón que aclare lo que parece ser una decisión arbitraria, a los Policías desplegados en Cataluña habría que invertirles el dicho: «Encima de apaleados, cornudos».

Apaleados por la ira separatista y timados por un Gobierno que, justo después de jugarse la vida, les aplica una metodología retributiva que se traduce en que en octubre –precisamente el mes en el que se han enfrentado a su labor más peligrosa– les han quitado parte de la nómina. Sólo cabe pensar que se trate de un error subsanable, porque de lo contrario estaríamos ante un fraude cometido precisamente contra quienes han defendido el orden público con una dignidad, arrojo y solidaridad impagables.

No es de recibo –y menos en un momento como este– que el Gobierno entre en una dinámica de regateo con quienes han llevado a cabo un trabajo encomiable en defensa de la libertad y la seguridad. En pleno estallido de la ira separatista, mientras ardía Barcelona, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, justificó que se fuera a tomar una hamburguesa y un mojito a un lugar de moda con el argumento de que llevaba quince horas trabajando. Los policías trasladados a Barcelona trabajaron muchas horas más y en situación mucho más peligrosa. No tuvieron un momento de ocio y, para colmo, les han bajado el sueldo.

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