Dos ‘machirulos’ para Sánchez

Sánchez investidura

La coalición Frankenstein ha decidido verter litros de testosterona en el pleno de investidura. El «gobierno más feminista», según su propia propaganda, montó un espectáculo de hombría con aroma a carajillo de Soberano, colilla de Ducados y medio litro de sol y sombra. Escuchar a Enrique Santiago llamar «machirulo» a Alberto Núñez Feijóo con unos modales dignos de La Charanga del Tío Honorio –sólo le faltó el palillo en la boca y cantar el «ay corderaaa, que te llevo pa’ la era»–, era un espectáculo digno de ver. Esos ademanes de macarrilla de discoteca, ese tono de «are you talking to me?», pero en versión de El Vaquilla, eran dignos de una película de cine quinqui. Eloy de la Iglesia se perdió a un gran intérprete.

Lástima que la meritoria actuación de Enrique Santiago en su intento de convertirse en una estrella del cine de serie B quedara eclipsada por una actuación más interplanetaria que el encuentro celeste que se dio, según Leire Pajín, cuando coincidieron las presidencias «progresistas»de Obama en los EEUU y Zapatero en la Unión Europea: hablamos de Óscar Puente, el nuevo bad boy del show business español. Luis Tosar y Luis Zahera acabarán vendiendo pipas en los alrededores del Santiago Bernabéu ante el rutilante estrellato del Malote (con mayúscula) más poderoso al este del Pisuerga River. Ese «de ganador a ganador» sonaba a duelo al sol en Dodge City, pero a base de ventosidades, que es el lenguaje que domina el (por suerte) ex alcalde de Valladolid.

Feijóo es un parlamentario aseado, con retranca y con una buena oratoria. Pero tras las performances de los dos portavoces de los partidos del Gobierno (en funciones) ha ascendido al Olimpo del discurso político. Sigo sin entender qué pretendían el PSOE y Sumar escondiendo a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, si hacerle un feo a los más de ocho millones de votantes del PP o consolidar al candidato a la investidura como uno de los mejores parlamentarios de la historia de la democracia española. Las otras dos portavoces de Sumar, Marta Lois y Aina Vidal, no es que se lucieran en demasía, pero en comparación con Santiago y Puente fueron un modelo de exquisita educación.

Sánchez debe tener muy bien atados los apoyos para su investidura para permitirse regalar a Feijóo tal oportunidad de lucimiento. Por mucho que los voceros socialistas hayan vendido el numerito de Puente como «un éxito» para «devolver» al PP los «desplantes» por llamar al «transfuguismo», lo que han visto los españoles es a un gañán ejerciendo su papel. Si lo mejor que puede ofrecer el PSOE son los eructos de Óscar Puente, muchas amnistías, muchos referéndums y muchos miles de millones de euros va a tener que conceder el líder socialista a sus socios separatistas para aguantar en Moncloa. Porque lo que es nivel y estrategia política, por lo visto en el Congreso estos días, ya no quedan en Moncloa. Por cierto, Pedro Sánchez no paró de mirar su móvil durante las intervenciones de Feijóo. Mi duda es si estaba mirando Tinder o estaba consultando una app para aprender catalán para cuando viaje a Waterloo a rendir pleitesía al fugado que le va a mantener en Moncloa.

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