¿Dónde están los sindicatos?

¿Dónde están los sindicatos?

La vicepresidenta Yolanda Díaz dijo el pasado miércoles en el Congreso que los “sindicatos de clase” representan al 95%  de los trabajadores en este país. ¿Está segura? Entonces, ministra, ¿por qué no pueden vivir con las cuotas de sus afiliados?

Lleva razón en cuanto al mandato constitucional y el papel necesario de las organizaciones de los trabajadores en una sociedad moderna, avanzada y democrática. Pero cuando los sindicatos se deben esencialmente a los teóricos representados y no cuando se conducen como meras correas de transmisión de los partidos políticos. Bien observado, los gobiernos desde el inicio mismo de la Transición lo que han exigido a los “sindicatos de clase” -¿existe todavía la lucha de clases?- es que no molesten, que no den guerra, que agradezcan la morterada de millones que reciben del erario público y mamandurrias varias.

En la actualidad, el mimetismo entre partidos de izquierda (incluso con las fuerzas secesionistas) es total. El dúo inexportable que hoy manda en UGT y CCOO son dos activistas del Gobierno frankenstein que no guardan ni las formas. Reciben su compensación económica gubernamental, que es la única manera que tienen para mantener abiertos sus negocios. Cierto y verdad es que la cosa no ha empezado ahora. Viene de mucho tiempo atrás. Pero también es un hecho descriptible que nunca como hasta el actual momento alcanzó dígitos tan obscenos.

¿A quién representan? ¿A los millones de españoles en la precariedad más absoluta? ¿A los agricultores que no pueden encender sus tractores porque el precio de los combustibles les ahoga? ¿A los autónomos asfixiados por los impuestos? ¿A quién? Representan al Gobierno. Sabido es que quien paga, manda.

Miles de españoles esperan que, con la llegada de la primavera, los “sindicatos de clase” convoquen a la ciudadanía para que, al menos, puedan expresar su miedo, incertidumbre y hartazgo en los pueblos y ciudades de un país que no aguanta más.

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