Los «disparates» de Unai Sordo

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Tras su entrevista con Alberto Núñez Feijóo, el muchacho mal encarado que responde por el nombre de Unai y por el apellido Sordo, a la sazón jefe del sindicato CCOO, despachó la propuesta económica elaborado por gente que sabe como de “auténtico disparate”. ¿Disparate?, sí, contestó, por proponer una bajada de impuestos…

¿Quién es este Sordo? Llegó del País Vasco, al parecer. ¿Se le reconoce algo relevante en su curriculum de sindicalista? Nada. ¿Se sabe cuál es su salario y sinecuras por tamaño ejercicio de representación? Secreto de Estado. ¿Se preparó concienzudamente en alguna universidad que se precie? Nones. ¿Es acaso un economista de relevancia al que se le pueda escuchar con una cierta atención? Menos.

Sordo, lo que tiene acreditado es que vive de la mamandurria, que es una perfecta correa de transmisión de sus jefes políticos y que está a lo que diga el Gobierno, que es el que le hace las transferencias para mantener su sindicato.

Habla de disparates. Veamos. Disparate es decir que diriges un «sindicato de clase» y olvidarte de tu “clase”. De los agricultores, de los pensionistas, de los pocos obreros que quedan en España, de las amas de casa que tienen que mirar el reloj para no pasarse en el consumo del gas o la electricidad, de los autónomos que malviven para pagar sus impuestos con los que se abonan las transferencias a CCOO, olvidarte en fin que eres un sindicato y una claque para dar jabón al Gobierno que te mantiene. Todo eso es un disparate.
Si fuera un dirigente sindical que se precie renunciaría al dinero público para abrir sus sedes teniendo en cuenta la gran cantidad de afiliados que dice contar. Se ha convertido en un figurante de Sánchez y Díaz que de cuando en vez le llaman para que se haga una foto a propósito de cualquier irrelevancia.

Disparate es, Sordo, anteponer la ideología –la suya está claro y tiene un rictus de nostalgia en esos gulags repletos de nieve- a las necesidades perentorias de los más pobres. Disparate es, Unai, subvertir la idea básica de un sindicato (de clase) para ser una organización que acude al socorro de un Gobierno tan incapaz como corrupto (aunque sus casos no los saque La Sexta) que ha abandonado a su suerte a los parias de España.

Disparate es hacer chantaje en un país teóricamente libre. Amenazar a los empresarios con excitar la conflictividad laboral si no se da satisfacción a sus demandas. Tal disparate que si no hay empresa, no hay trabajo, ni trabajadores. Hasta un párvulo lo entiende…

PD. Como no tiene problema de presupuesto, que mande que le saquen un billete con destino a Alemania y compruebe allí lo que es una auténtica organización sindical. Y después, aprenda lo que es un “disparate”.

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