Difamar a los abogados no servirá para tapar la Gürtel de Podemos
La situación en Podemos es surrealista. Las informaciones desveladas por OKDIARIO sobre el trato indigno dispensado por Irene Montero a una trabajadora han derivado en un alud de presuntas irregularidades, de graves consecuencias penales, denunciadas por dos abogados de la formación morada que han sido despedidos. En su huida hacia adelante, Podemos, para justificar el despido, ha acusado a José Manuel Calvente, delegado de Protección de Datos, de «acoso sexual», pero no existe ninguna denuncia, no se abrió contra él expediente alguno y en la carta de despido no se hace referencia alguna a la gravísima acusación.
Atrapado en sus propias contradicciones y sobrepasado por las denuncias de sus abogados, Podemos es un polvorín que ha llevado a la dirección del partido a tomar la decisión de fabricar un expediente de «acoso sexual» contra su ex empleado, pese a que no se inició trámite alguno. En su ajuste de cuentas contra los abogados por denunciar múltiples irregularidades, Podemos no ha dudado en manchar el nombre y reputación de Calvente con una acusación gravísima que podría suponer un delito de injurias y calumnias. Preso de un ataque de nervios, Podemos esparce porquería contra todo aquel que se atreve a denunciar las irregularidades internas.
El ‘escoltagate’ ha dinamitado la formación de izquierda radical, que en un intento de frenar el escándalo ha desatado una caza de brujas sin precedentes. Si a Calvente le han acusado de abuso sexual, qué dirán de la otra denunciante, la abogada Mónica Carmona. ¿Hasta dónde será capaz de llegar la dirección de Podemos? ¿Qué expediente a posteriori fabricarán para dañar su imagen y reputación?
Resulta sencillamente indecente que ante unas denuncias por irregularidades, Podemos, que vino a regenerar la política española con un falso ropaje de ética, haya desatado una indecorosa y reveladora purga trufada de gravísimas acusaciones personales que revela una actitud antidemocrática y totalitaria. Podemos muestra su verdadero rostro. Cuánta miseria, cuánta podredumbre, cuánta porquería.