Del nervio del ‘ASEAN – 5’ al bajón otoñal y China
Cuando peinamos canas y procuramos hacer deporte algunos días por semana – en mi caso, jugando a tenis o intentando acompañar a la bola paseando por el campo de golf -, el paso de los años se nota… Los pies cada día se vuelven más exigentes y uno se ve condenado irremisiblemente a la lucha cotidiana a fin de encontrar la zapatilla deportiva adecuada – ¡las bambas de toda la vida! -. Me calzo unas y me calzo otras… Me paso el rato más o menos tirado por los suelos, para ver qué bambas me van bien y encajan como guante de seda en los pies… En ese duro reto de ponerse las bambas, surge la impronta económica. Antes, cuando luchaba con la zapatillas, al fijarme en el número, salía el consabido “Made in China”… Ahora, en cambio, me doy cuenta de que algo cambia… El típico “Made in China” se ha sustituido por “Made in Malasia”, “Made in Vietnam”, “Made in Filipinas”, “Made in Indonesia”, “Made in Tailandia”… y de “Made in China”, casi nada ya, salvo que uno consuma productos electrónicos…
Esos países que acabamos de mencionar lideran y constituyen el “ASEAN – 5”, dentro de lo que es la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, integrada por Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Birmania, Singapur, Tailandia y Filipinas. Los países del “Asean – 5” se catalogan como economías de mercados emergentes y en desarrollo, con tasas de crecimiento que se mantienen en unos porcentajes aceptables: 5,2% en 2018 y con previsión del 4,8% y 4,9% para 2019 y 2020, respectivamente. El conflicto arancelario entre Estados Unidos y China hace que centros productivos y fabriles enclavados hasta la fecha en China se desplacen hacia los países del “ASEAN – 5”. Se evitan así las cargas arancelarias estadounidenses y se mantiene fluidez hacia sus clientes que son en gran parte compañías norteamericanas.
Pero ya que hemos hablado de China hay que referirse a este país y al bajón otoñal que se está dando por doquier.
En este otoño, que durará lo que tarde en llegar el invierno, las perspectivas económicas de 2019 no son muy esperanzadoras, tal y como confirmaba días atrás el propio Fondo Monetario Internacional y semanas antes anunciaba la OCDE. El crecimiento económico se encoge en prácticamente todos los países punteros, desde los propios Estados Unidos a Australia, pasando por la Europa del euro, Reino Unido, saltando a la misma China, India, Indonesia, cruzando Sudáfrica y Arabia Saudita, incluyendo a Brasil y México, también Argentina y hasta Singapur…
China se ha convertido en una potencia de referencia, con la guerra comercial perjudicándole. En años recientes sus tasas de crecimiento han sido impresionantes, superando el 14% y ahora, en este 2019 complicado, crece al 6%, que ya para sí lo querría cualquier país, aunque este 6% para China sabe a poco. Para hacernos una idea, digamos que el producto interior bruto de China en 2008 era de 3,125 billones de euros y en 2018 fue de 11,360 billones.
El imparable empuje chino se está frenando y según el FMI su PIB crecerá en 2019 al 6,1% y en 2020 al 5,8%, por debajo del 6,6% con que cerró 2018. Es indudable que la aceleración económica china de años recientes difícilmente podía sostenerse. De ahí, que el propio gobierno chino fijara su crecimiento en una banda del 6% al 6,5%. La pugna comercial con Estados Unidos merma la apoteosis económica de la gran China. Habrá que ver si la tregua alcanzada, sobre cuya durabilidad cabe cuestionarse, favorecerá un repunte o si, por el contrario, debido a su precariedad, el momento económico chino se empañará algo más. Pero China se encuentra también en un proceso de transformación interno, decantándose hacia el consumo interno y orientando su producción hacia una mayor calidad, como lo demuestra su potente industria tecnológica que pisa con paso firme, aunque sorteando los obstáculos que impone Estados Unidos. La facturación de su industria del automóvil se recorta y la debilidad consumista, que también afecta al mercado inmobiliario, con los interrogantes que despierta la deuda china, son elementos negativos hoy por hoy, en un país abocado durante los últimos tiempos a un esfuerzo considerable en obras públicas. Si la demanda global se gripa, tal cual está sucediendo, la producción de China se encoge a causa de la contracción exportadora. Las decisiones inherentes a su política monetaria están por ver.
Del panorama bajista que presentó recientemente el FMI se salvan algunos países. Por ejemplo, Japón. Los japoneses, siempre, por más que se diga que su economía anda apagada, tiran, y su tasa de paro es apenas del 2,2% y la juvenil del 3,4%. Por Europa encontramos países cuya previsión de crecimiento para este año 2019 es más alta que en 2018. Es el caso de Grecia, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Bulgaria y Croacia. En América Latina, destaca Colombia. Y por Oriente Medio y Asia Central, crecen más en 2019 los Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Argelia, Qatar y Azerbaiyán, mientras en África enfila por esa misma senda de mayor crecimiento Nigeria. Países, en fin, cuyas economías, pese a la adversidad, prosperan…