Las «creencias lujosas» de la magistrada Segoviano

Segoviano

El psicólogo Rob Henderson acuñó el término «luxury beliefs» («creencias lujosas») para describir el tipo de ideas y opiniones que confieren estatus a los ricos, a un coste muy bajo para ellos, pero que afectan a los pobres de manera desproporcionada. Pone el siguiente ejemplo. Una ex compañera de clase de Yale le comentó que la monogamia estaba «un poco anticuada» y que no era buena para la sociedad. Sospechando por dónde iban los tiros, se hizo el sorprendido y le preguntó de qué tipo de familia provenía y si planeaba casarse. Tal como pensó, ella le dijo que la suya era una familia acomodada y que trabajaba en una conocida empresa de tecnología. Y que, claro, por supuesto que ella personalmente tenía la intención vivir en un matrimonio monógamo. Pero que el matrimonio no tenía porque ser para todos. Y que la sociedad debería «evolucionar» más allá de tradicionalismos.

Henderson ha dedicado muchos artículos a este inusitado pensamiento,  y sus conclusiones se han hecho muy conocidas: en el pasado, los estadounidenses de clase alta solían mostrar su estatus social con artículos de lujo. Hoy lo hacen con creencias de lujo. Hay determinadas élites que se visten con ropajes que les muestran como «progresistas» y muy al día [sic] porque sienten que esa imagen es la que más les conviene. Y las «creencias lujosas» se han convertido en un nuevo ariete para derribar muros socio-políticos y lograr oportunidades sustituyendo unas élites por otras. A costa, desde luego, de los que tienen menos recursos familiares para recuperarse de sus errores.

No hace falta que les cuente cuál es el mundo del sexo y de la pareja del que hace apología y vive una oportunista política como Irene Montero. Ahora, ella confesó en una antológica entrevista en Vanity Fair que se consideraba más bien tradicional y monógama. ¿Y lo del niño con falda? Gajes del oficio. Más adelante, ya saben: donde dije digo ahora digo Diego y tan pancha. Y al cuerno con todos esos niños que serán hormonados innecesariamente y que se arrepentirán amargamente. Es lo que tienen las «creencias lujosas» de los progres: tontos los del pueblo si se lo creen.

En Cataluña la gran «creencia lujosa» ha sido el secesionismo y la farsa del procés. Tantísimos lazistas de mente abierta, tan del derecho de los pueblos a emanciparse, lo primero que hicieron fue abrir cuenta en una sucursal de Fraga. Y llevarse la empresa fuera. Por eso no sorprende que la nueva magistrada (¡progresista!) del Tribunal Constitucional María Luisa Segoviano, en una entrevista en el programa Más de uno en Onda Cero, se haya permitido, a estas alturas, declarar que el derecho a la autodeterminación «es un tema complejo» y que se podría «estudiar» en su momento. Porque, claro, «ese es un tema muy complejo, extremadamente complejo. Es un tema con muchas aristas que hay que estudiar»,  y ya se sabe que tanta complejidad se nos escapa al pueblo llano. Qué sabremos nosotros de la Constitución y de si permite ejercer el derecho a la autodeterminación a los distintos territorios de nuestro país.

Como típica exhibidora de «creencias lujosas», incluso de las que ya se ha demostrado en vivo y en directo que destrozan y arruinan a las sociedades, Segoviano ha defendido que «no hay que tener miedo a ningún planteamiento, a ninguna posición, a ninguna sugerencia» que se pueda hacer al TC. «No hay que rechazar de entrada nada, pero no quiere decir que se admite, eso hay que tenerlo muy clarito», ha matizado como mujer prudente que sin duda no es.

«Como estamos tan acostumbrados a que los miembros del TC se dediquen a hacer política en lugar de hacer su labor, cuando alguien como esta magistrada dice obviedades como esta, se inflama la derecha», ha añadido la portavoz del Govern de la Generalitat Patricia Plaja.

Y nada más que decir.

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