La convención de Casado ¿un PP de izquierdas?

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Por fin pasó la interminable convención del PP destinada a lanzar a Pablo Casado como presidenciable. Una convención donde la prensa progre se ha cebado con cualquier error, confirmando que el PP les preocupa más de lo que cabía esperar. El País, diario tradicional de los votantes socialistas de Castilla, ha vendido que el PP camina rumbo a Vox y relata el discurso de Casado en la plaza de toros de Valencia como un giro a la derecha. El Periódico, diario tradicional de los votantes socialistas en Aragón y Cataluña, decía sin embargo que “Casado hace equilibrios para atraer a todos los votantes a la derecha del PSOE”.

La semana pasada, al darles desde esta columna mis impresiones sobre la extrema izquierda que viene, me escribió un amable lector diciéndome que la izquierda actual no sigue ni el “marxismo ni el socialismo” sino “los proyectos del Foro Económico mundial y la Agenda 2030/2050 de la ONU”. Me destacaba el lector la habilidad del capitalismo tecnológico para hacer converger su concepción metafísica del hombre con las pretensiones prácticas del izquierdismo de todo tipo, y cómo esto es vertebral en el proceso de conjunción de ideologías y ficciones virtuales para la sustitución del hombre por la máquina. Sentado lo cual, cuestionaba ¿es el PP un partido de izquierda?

La pregunta viene a cuento en el contexto de la convención. El contenido del discurso de Casado resulta fundamental para procurar dar respuesta. Casado habló de la posición del PP en los retos institucionales, frente al independentismo, en la gestión económica, e incluso entró en temas con los que el PP no suele enfrentarse como la protección de la vida. Habló de que las administraciones deben evitar el aborto (no dijo nada de prohibirlo: sería interesante repasar si luchan por evitarlo las comunidades autónomas del PP), se mostró firme con la eutanasia, y prometió que derogaría algunas leyes polémicas del PSOE. Sin embargo, salvo error u omisión, no dijo ni mú contra las políticas de género, las climáticas, las comunidades autónomas o el modelo socialdemócrata de servicios públicos.

El insigne liberal ya fallecido don José María de la Cuesta decía que el PP no le parecía un partido de derechas. Admitía, eso sí, que no era igual al PSOE en tanto no pretendía llevar el intervencionismo a sus últimas consecuencias. ¿Es entonces el PP de izquierdas? Si asume, y hasta compite por ser más avanzado que las izquierdas, la ideología imperante  (arcoíris, climatismo, estructura socialdemócrata, orden digital), se podría decir, respondiendo a nuestro lector, que sí. No tanto por marxista, sino por defender lo mismo que las actuales izquierdas. De hecho, en la entrevista de ayer en TVE Casado repitió una idea troncal de su liderazgo: aspira al voto socialdemócrata no antisistema.

Así las cosas, las críticas al PP por radicalismo, carecen de fundamento. Cuando se cumplieron dos años del liderazgo de Casado procuré demostrar que las críticas eran infundadas. Me temo que ahora pasa lo mismo: ni Casado se fue a la derechona nunca, ni se irá. El relato de los giros al centro y a la derecha parece hecho para vender periódicos, pero los hechos ofrecen una realidad diferente. Las diferencias entre Vox y el PP siguen siendo considerables. Las acusaciones de radicalismo no son más que la expresión de una tara histórica de la reciente democracia española: no se reconoce a la derecha la misma legitimidad que a la izquierda. Por eso solo se perdona a la derecha que sea fiel administradora de la España diseñada por el PSOE. Por eso toda forma de contundencia antisocialista, aunque sea de centro- centrado, es rápidamente estigmatizada.

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