Pablo Casado: balance de dos años

Pablo Casado: balance de dos años

Pablo Casado cumple hoy dos años al frente del PP. Dos años que bien merecen una reflexión. Reflexión para la que he vuelto a escuchar su discurso en aquel Congreso. Discurso que en aquel momento deslumbró pero que, bien mirado, era una simple vuelta al PP de siempre, con sus carencias y sus virtudes. Las pasiones o decepciones que pueda haber levantado Casado no deberían ser más que las que levantaba aquel PP de siempre (el de Aznar). Sus peores resultados electorales se deben al lapso de tiempo: no estamos en los 90 y el discurso no cala igual, porque la realidad es otra.

Por tanto, las acciones u omisiones de Casado no deberían sorprender. Todo estaba dicho (escuchen): Pablo Casado enumeró entonces los 5 principios del PP: libertad, vida y familia “sin complejos”, honestidad, seguridad y unidad de España. Pero al desarrollarlos no dijo en ningún momento que sobre la vida sostuviera nada distinto de la Ley del aborto del PSOE de los 80 (sobre la cual, según Casado, hay un consenso –seguramente ignora que AP puso un recurso de inconstitucionalidad-), o que la protección de la familia fuese nada diferente de mantener los servicios públicos y los conciertos educativos como hace el PP en sus CCAA. De la independencia judicial (una de sus grandes patinazos: recuerden el caso Cosidó) ni habló. De hablar español en toda España, plantear alternativa a la ideología de género o a la Ley de memoria histórica, tampoco. Habló, si, de Feijóo: en los mismos términos elogiosos de hoy.

¿A qué se deben entonces las críticas o decepciones habituales en los medios? Para la izquierda y el centro exquisito, parecen debidas a la ¿radicalidad? del líder popular. Una radicalidad que responde más al relato inventado por el consenso progre que a la realidad. La supuesta radicalidad nunca ha sido de fondo, si acaso un poco de forma y más por obra de terceros que del propio Pablo. Unos terceros que, curiosamente, son bastante más de izquierdas que el propio Casado (pienso en Cashetana).

Para la derecha, la decepción seguramente sea debida a unas expectativas que el mencionado discurso no justificaba. Expectativas frustradas a las que la derecha suma los incumplimientos del PP a lo largo de los años (que aquí he llamado el timo) y que ahora hay una alternativa (Vox) que ofrece cosas de las que el PP ha sido incapaz como independencia judicial, cheque escolar, supresión de las CCAA, sanidad con “MUFACE para todos”, reducción del gasto público (el PP redujo los impuestos, no el gasto) y contestación a las políticas de género y de memoria histórica. Alternativa ante la cual el PP puede saber a poco.

Pero, pese a las decepciones que haya podido causar el balance no es malo: lo normal en estos tiempos habría sido que el PP fuese ‘sorpassado’ por Ciudadanos y tendiese a la desaparición. Pero Pablo, al igual que Pedro, paró el penalti. Y, al igual que el PSOE podría engullir a Podemos, el PP podría engullir a Cs (pese al fracaso de la coalición en Euskadi). Si Pablo supera bien esta etapa, le bastaría con actualizar el ideario noventero para alcanzar el poder. Como hemos dicho antes aquí, su camino no es el trifachito, sino el tricentrito. Lo que uno se pregunta es donde quedó la Fundación Concordia y Libertad que se suponía que iba a abordar la renovación pendiente. Si esta renovación no se hace, me temo que la inercia del viejo PP y las invocaciones al voto útil no serán suficientes para volver al poder… Pero de momento, para dos años plagados de elecciones y un partido hecho trizas que recibió, no se puede decir que el balance sea negativo. Otra cosa es que el PP en sí haya dejado de satisfacer a mucha gente…

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