Cataluña: en el lodazal de Artur Mas y Rajoy

Cataluña: en el lodazal de Artur Mas y Rajoy

Hace dos semanas, les dije que el centro derecha constitucionalista estaba entre las cuatro fuerzas en cabeza de Cataluña. La semana pasada me atreví a aventurar que las derechas darían la sorpresa. Es evidente que me equivoqué, salvo con Vox (que ha dado la sorpresa, y es la cuarta fuerza). Pero no porque ese voto no exista, sino porque ha decidido abstenerse. ¿Como se ha podido llegar al esta situación? Creo que estos lodos provienen de los polvos de dos personajes especialmente responsables: Mariano Rajoy y Artur Mas. Lo que hoy vivimos es consecuencia directa del modo en que se enfocaron la política post-crisis de hace diez años.

Como recordarán, la pasada crisis dio al traste con la economía española tras años de presupuestos expansivos. El PSOE de Zapatero perdió el gobierno a manos de una mayoría absoluta de Mariano Rajoy. Poco después, en Cataluña Artur Mas logró desalojar al tripartito de PSC-ERC-ICV.

Mariano Rajoy llegó a la Moncloa por la crisis económica, sí, pero también a lomos de la rebelión cívica contra las políticas del Gobierno de ZP en materias de educación, familia y vida, ruptura del consenso constitucional y política antiterrorista. Una vez en el poder, se limitó a ser el administrador concursal de la España del PSOE: saneó las cuentas, pero no dio batalla cultural alguna. Por ello, en cuanto la situación volvió a relativa normalidad económica, se volvió a imponer la realidad: la España socialista seguía intacta, y recuperó el poder. Pero la rebelión cívica no sólo no desapareció, sino que hizo frente al proceso independentista con más determinación que su timorato presidente. Fruto de ello, emergió Vox, el partido que hoy triplica en escaños al PP en el Parlament.

La cobardía ideológica de Rajoy tuvo en Cataluña una versión alternativa. Artur Mas tampoco dio la batalla cultural. Pero se sacó de la manga un as: el problema catalán no era el socialismo, sino la pertenencia al Estado español, y por ello era el momento para la independencia. El nacionalismo convergente aguantó el poder algo más que el PP. Pero al final el monstruo que creó le ha devorado: el PDeCat ha desaparecido a manos de Junts, y el nacionalismo de centro ha perdido por primera vez frente a Esquerra.

En los últimos meses, no han faltado voces que dicen que no hace falta dar batalla cultural alguna, que el socialismo se combate gestionando mejor (…). El resultado de ese planteamiento está a la vista: si no se combate ideológicamente, de nada sirve la gestión, pues el socialismo siempre vuelve, gracias a su hegemonía cultural, para deshacer lo hecho. Algo que debería hacer pensar a la derecha pompier: si no van a apoyar la batalla cultural por su justicia, deberían apoyarla al menos por su utilidad (para que el socialismo no vuelva al poder constantemente).

Las derechas (en sentido amplio e impropio) fueron incapaces de quitar el polvo, e incluso echaron más del que había (procés). Llegó la lluvia, y con ella el lodazal. Un lodazal en el que los votantes de esas derechas no han desaparecido. Simplemente se han ocultado, pues el camino que se les ofrecía se ha mostrado gravemente infecundo. Otros vendrán capaces de sacarles de casa a volver a dar la batalla. Vox tiene un recorrido inmenso en Cataluña si se piensa en el número de votos abstenidos. La burguesía catalana encontrará nuevos caminos ya iniciados como el PNC de Marta Pascal, Lliures o la Lliga. Pero de momento, queda el lodazal causado por dos personajes cuya responsabilidad ya es histórica.

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