Balance PSOE 2017
El PSOE saludaba al 2017 con una gestora al frente de su dirección. Por estas fechas, hace un año, el Partido Socialista protagonizaba titulares difíciles de comprender, tanto para muchos de sus afiliados como para la sociedad en su conjunto El asturiano Javier Fernández, el andaluz Mario Jiménez, Antonio Hernando entre otros conformaban el gobierno de transición hasta que se supiera qué pasaría tras el golpe de mando que tuvo lugar el 1 de octubre de 2016. En Navidad, aún en estado de shock, Ferraz volvía a ser noticia por un décimo de lotería premiado que enfrentó a los trabajadores del partido, al gerente y motivo por el cual, tuvo que intervenir la Comisión Gestora dirigida por Fernández. Fue por estas fechas, igualmente, cuando una gallega, Eva Maldonado, se dispuso a recoger firmas de la militancia y los afines socialistas para respaldar al secretario general decapitado. Fue el inicio de la Revolución de las Rosas.
Todavía no sabía que tendría el apoyo de miles de personas y que, finalmente, en el mes de mayo, Sánchez ganaría unas primarias. Durante la primera mitad del año los medios de comunicación no se lo pusieron fácil al madrileño. Más bien todo lo contrario. Mientras Susana Díaz aparecía por todas partes, marcando el rumbo y mensaje del PSOE, a Sánchez se le silenciaba, llegando en no pocas ocasiones a ridiculizarle por cualquier motivo. La campaña para sus primarias recabó muchísimos apoyos. Se convirtió en algo más parecido a una estrella de rock que a un candidato político. Obtuvo la fuerza cual Ave Fénix. Y su discurso se reforzó en la necesaria vuelta que el PSOE tenía que dar hacia la izquierda. Muy necesario, puesto que su derrocamiento trajo consigo la abstención de la bancada socialista en el Congreso de los Diputados para investir a Mariano Rajoy como presidente. Eso sí, dimisión como diputado de Sánchez mediante. Como quiera que la traición al electorado fue inmensa, Sánchez se afanó en recuperar un PSOE que había quedado totalmente destruido.
Sin atisbos de credibilidad y con la sombra de la gran traición tanto a la militancia como a sus votantes, pero sobre todo, a sus principios. Fue así como Sánchez contó con el apoyo de muchas personas de izquierda, para intentar combatir a las tenebrosas fuerzas que le hicieron caer. Sin embargo, desde que Sánchez ganase las primarias a Díaz y a López, a pesar de prometérselas a todo el mundo muy rojas, sus expectativas cayeron en picado. Ni dimisión de Rajoy, ni moción de censura, ni “no es no” ni “si es si”. Una actitud timorata, a veces inexistente, ante los problemas más importantes que España, como democracia, está afrontando desde la primera Transición. Sin ser capaz de liderar el mensaje con Cataluña, apostando por el diálogo y por un referéndum pactado, sin poner en valor el Estatuto que entre Zapatero y Maragall elaboraron; sin capacidad de hacer comprender lo que realmente está sucediendo.
Quizás por eso Iceta le pidió que no acudiera más de dos veces en campaña por Cataluña. Porque allí el chasco con Sánchez ha sido mayúsculo. De nada sirve que intente plantear ahora una batería de medidas “de izquierda”. Incluso resulta en cierto modo desazonador ver cómo sus colaboradores trabajan contra corriente, intentando hacer creíble a un PSOE que se ha posicionado del lado del PP en la aplicación del 155. El PSOE, si quiere recuperar credibilidad, ha de plantearse seriamente el lugar que quiere ocupar, siendo coherente con aquél eslogan que le dio de nuevo la Secretaría General a Sánchez: ”Somos LA izquierda”. Moción de censura a Rajoy mediante, apertura al diálogo real con Cataluña y líder para el proceso de una España Federal y Republicana. Hasta entonces, nada.