Comercios

El bajo relevo generacional y los problemas financieros provocan los cierres del comercio de proximidad

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Un establecimiento de Euronics.

Muchos son los comerciantes en nuestro país que no han tenido la fortuna de contar con el relevo generacional de sus hijos o familiares más cercanos para continuar con su negocio. Ello ha contribuido a la desaparición de miles de comercios de proximidad que han restado vida a las ciudades y que han sido la causa de la despoblación de numerosos lugares de España.

Unido a ello, estos pequeños empresarios se han encontrado con graves problemas financieros que ha originado la crisis, la pandemia, la inflación, las guerras y -por qué no decirlo- el Gobierno central con su excesiva presión normativa, burocrática y fiscal.

Las calles de nuestros pueblos y ciudades se han llenado de locales vacíos;  cierres echados con el «se vende» o «se alquila»; algunas calles que antes eran emblemáticas se llevan por delante a otras calles que peleaban por parecerse a sus calles vecinas. Mucha obra nueva de viviendas o PAU´s se construye sin locales comerciales en los bajos; locales destinados al comercio se convierten en pisos turísticos; numerosos barrios que antes tenían la luz y seguridad de los comercios se han convertido en barrios inseguros por los cierres, la falta de luz y de gente. En la mente de todos están barrios pujantes de ciudades como Madrid, Sevilla, Barcelona que se han convertido en alojo de drogadictos, de venta de drogas y de delincuencia común que los hacen inhabitables para sus vecinos.

El comercio de proximidad debe seguir con paso seguro su hoja de ruta, invirtiendo en talento y formación para el desarrollo profesional, innovando con la tecnología aplicada en cada caso, apostando por la sostenibilidad y el medio ambiente, sin olvidar la aportación social que realiza, comunicando mejor a su público objetivo, peleando con la incontable normativa de todo tipo que le aplica, y uniéndose en el asociacionismo que le ampara y le defiende.

El comercio obviamente seguirá existiendo, el comercio de proximidad también, pero cuidémosle, protejámosle.

Desde la Federación Española de Comerciantes de Electrodomésticos (FECE) llevamos tiempo pidiendo un Pacto de Estado por el Comercio -similar al Pacto de Estado de Industria que ha derivado en la novedosa Ley de Industria- o una Mesa de Comercio en la que se debatan las medidas de protección fiscales, de digitalización para que el comercio de proximidad pueda subsistir y pueda renacer como una oportunidad para las nuevas generaciones de empresarios, para el autoempleo de jóvenes emprendedores que no se conforman con salarios bajos y que por su talento aspiran a dirigir su propio negocio.

Me permito destacar brevemente las bondades del comercio de proximidad. Mantenemos el empleo de 30.000 familias en España a través de los 5.100 comercios de proximidad que, por otra parte, son el motor de las grandes ciudades y vertebrador de la España rural y vaciada. Dinamizamos y humanizamos la vida en los barrios y pueblos de nuestro país.

Somos un sector con futuro, qué duda cabe. Ni las grandes superficies ni la venta online han tumbado el comercio de proximidad como se predecía hace unos años por algunos agoreros. Es más, se ha comprobado como los grandes supermercados que se situaron en las afueras de las grandes ciudades se han implantado en los barrios con tiendas exprés de alimentación para acercarse al consumidor.

Atributos esenciales

Este fenómeno responde a que el  comercio de proximidad reúne una serie de atributos que le hace imbatible: supone cercanía, surtido, servicio, confianza, personalización, experiencia, tecnología, sostenibilidad, omnicanalidad, como quedo dicho en el primer foro que celebramos en FECE, recientemente. Ahora bien, insisto, en que es necesario protegerlo y como mínimo no hay que agredirle como ya he señalado con medidas leoninas a través de los impuestos, con afán recaudatorio y sin considerar en los beneficios reales para una población asentada en ciudades que deben resultar cómodas y sostenibles. Que mayor fortuna que los vecinos puedan evitar desplazamientos contaminantes a lugares distantes para sus compras y que puedan acceder con facilidad, con ahorro de tiempo y recursos, a la tienda de su barrio, especialmente para la gente mayor, que es mucha, y para personas impedidas. Pensemos en ellas también.

El comercio de barrio ofrece calidad en sus productos y es importante el asesoramiento que presta al consumidor, según su poder adquisitivo, y el que este pueda «palpar» y ver lo que compra. La atención del vendedor de barrio es muy superior si lo comparamos con el dependiente de aquellos otros establecimientos donde despacha sin muchas contemplaciones.

No hay que olvidar  que el comercio de electrodomésticos  contribuye no poco a la sostenibilidad. Primero porque vende lo último de lo último en aparatos cada vez más eficientes. Lavadoras y lavavajillas que gastan una quinta parte de agua y electricidad que aquellas de hace diez años y segundo porque el pequeño comercio se ha convertido en un hub para recoger residuos como pilas, bombillas, ordenadores, teléfonos y se encarga además de retirar el aparato viejo cuando es sustituido por el nuevo, evitando que vaya a los vertederos o a los contenedores de las calles del barrio. En España se retiran anualmente unas 40.000 toneladas de lavadoras, lavavajillas, microondas, frigoríficos, teléfonos móviles, etc.

En fin son grandes razones para pensar que el comercio es un gran valor para una sociedad avanzada y un consumidor cada vez más exigente con su bienestar individual.

Alfredo Gosálvez es secretario general de la Federación Española de Comerciantes de Electrodomésticos (FECE).

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