La auténtica cruz del PP son sus complejos

No parece que los motivos medioambientales esgrimidos por el Gobierno aragonés del PP para demoler la cruz de Bezas, en plena Sierra de Albarracín, se tengan en pie, de modo que lo más razonable es que la cruz permanezca en su sitio, coronando el monte que le da nombre desde 1939, y que lo que caiga sea la propuesta del Ejecutivo de Jorge Azcón, que dada su proverbial prudencia debería entender que no está el paisaje para ir quitando cruces, más aún cuando en plena ofensiva del Gobierno con la Memoria Democrática lo que hay que afianzar son las propias convicciones y no plegarse al relato de la izquierda.
Según el informe del Gobierno de Aragón la cruz tiene que ser derribada por «peligro medioambiental», pues sufrió la descarga de un rayo este pasado septiembre que habría destrozado «una esquina del extremo superior», quedando en consecuencia, «expuesto al exterior, claramente, un trozo de metal, por lo que se puede incrementar la probabilidad de atraer nuevos rayos», pese a que dicha cruz se encuentra junto a un pararrayos a poco más de un metro de distancia y lleva colocada 80 años en el mismo sitio. No parece muy sólido el argumento, pues si el problema es un destrozo en una esquina de la cruz, lo sensato sería repararlo. Más bien parece que se han buscado un pretexto para demoler un símbolo histórico. Cualquiera diría que pretenden hacerle el juego a la izquierda. Algunos vecinos de la zona lo tienen claro: «Han puesto la excusa de derribarla por motivos de seguridad, pero el motivo es que es una cruz de posguerra», añaden.
Resulta del todo inconveniente que, con la que está cayendo, el Gobierno de Azcón se ponga ahora a derribar cruces. El presidente de Aragón, hombre sensato, debe ordenar dar marcha atrás a una propuesta que es más propia de las huestes sanchistas. Azcón, atiende a razones: la auténtica cruz del PP son sus complejos.