Acabo de tener a Jordi Pujol a mi lado

Jordi Pujol

Este pasado jueves tuve a Jordi Pujol a mi lado. Bueno, no exactamente a mi lado. Él estaba en el centro de la primera fila, reservada a las autoridades, y yo en un extremo de la segunda para garantizar una salida sin molestias a terceros (mi marido y yo sólo podíamos estar una hora). El lugar era la sala de actos de La Pedrera, y el motivo la celebración del vigésimo quinto aniversario (qué feo es eso del 25 aniversario) de la inauguración de la sede del Parlamento Europeo en Barcelona.

Ya cuando salimos del parking advertimos la presencia de diversos vehículos de los Mossos, señal en tiempos de paz de que podría haber autoridades cerca. Y las había: Aragonés y Pujol entre ellas. De los ex eurodiputados, aparte de mí, no vi a ningún otro de los catalanes constitucionalistas de las últimas dos legislaturas. Ni a Santiago Fisas, ni a Javi López (aceptemos al PSC como constitucionalista de compañía), ni a Javier Nart, ni Juan Carlos Girauta. Ignoro si Alejo Vidal Quadras recibió una invitación. Hubiera sido impresionante. Majestuoso. Alejo empieza a salir de la pesadilla del atentado y sus secuelas, y yo hubiera dado algo por verlo avanzar, con todo lo que hubiera significado, por aquella sala mayormente post o, muy seguramente, también pre procesista (nueva temporada).

Nunca había visto a Pere Aragonés en persona, y ahora podría decir que es tan diminuto como la ambición miserable que tiene para mi tierra. Pero no lo digo. Pero Jordi Pujol, cuyo cráneo ralo y rostro de color pergamino vislumbraba desde bastante cerca, es del mismo tamaño. De especie similar a primera vista.  El Homo floresiensis, conocido como Hombre de Flores y apodado hobbit, ​ es una especie extinta del género Homo. No es que quiera comparar. Ellos son algo más altos que esa criatura de apenas un metro de estatura, de 25 kg de peso y un cerebro de menos de 400 centímetros cúbicos. Y más listos, aunque se hayan decidido por el mal. El actual presidente es licenciado en Derecho y el segundo presidente de la Generalitat se sacó la carrera de Medicina, hablaba varios idiomas y puso en marcha el algoritmo letal que acabó en el delirio de ese procés que hace como que administra Aragonés. Infame aventura que podríamos tener felizmente muerta y enterrada (hasta los convergentes medio listos se alegrarían, estoy segura) si no fuera por Sánchez, esa desgracia.

Pero quien no estaba en la sala pero se sentía ¡presente! era a Carles Puigdemont. Una casi podía verle montado en una escoba y con mueca de bruja sobrevolando la sala. Me pregunto cuántos de allí responderán a la demanda de donaciones y créditos que pide a sus fans para la campaña. Cuántos visitarán su web de cara el 12 de mayo. Los procesistas en general saben levantarle la pasta a su público hambriento de emociones emancipadoras. Como con aquella «caja de resistencia» que pagó todos los juicios y multas de los líderes.

Pero Puigdemont se lleva la palma. «El camino del retorno lo haremos juntos. Entra a la web y ayúdanos a hacerlo posible», publicó este viernes. Tiene gracia que el candidato Puigdemont no enlace a una web de partido, sino a la suya personal, que lleva por nombre Presidente Carles Puigdemont. Hay un apartado cuyo encabezamiento reza «¿Cómo puedes colaborar con el President? Puedes hacer donaciones y microcréditos». Los tiempos procesistas avanzan una barbaridad y puedes regalar dinero a Junts per Cataluña o dejarlo prestado. Como si tú fueras el banco.

Y me quedo mirando al presidente que también fue fundador de Banca Catalana. «A partir d’ara, d’ètica i moral només en parlarem nosaltres» («A partir de ahora, de ética y moral sólo hablaremos nosotros»). Ya ven a qué se estaban refiriendo.

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