Ábalos, ese héroe inmolado

Cataluña

Debo confesar y confieso que hace mucho tiempo que no me descojonaba a mandíbula batiente con un espectáculo parlamentario. Había acudido Ábalos a declarar ante la comisión parlamentaria de investigación que trata de averiguar quién o quiénes se lo han llevado crudo a propósito de las mascarillas y otros artilugios tendentes a parar el bichito covid.

Sostiene Sánchez-Mellado que José Luis Ábalos es el penúltimo espécimen de machote que no siempre es y se conduce como lince ibérico. Muy atento a la pantalla esperé pacientemente a comprobar si el otrora matón político, clave en la llegada de Sánchez al poder, era capaz de tener una pizca de hombría y, lo más importante, una miaja de honor y dignidad.Vanamente.

Quizá sus sonoros silencios están preñados de temor ante la posibilidad de que el juez que investiga los obscenos trinkes termine por pedir al Tribunal Supremo (aforado) que pida el suplicatorio al Congreso de los Diputados para meter mano al empresario de ONGs en primera instancia para que explique lo de Koldo. Sigo creyendo que Ábalos puede cobrarse venganza ante los desprecios, feos y humillaciones a los que se ha visto sometido por parte de su jefe, esto es, Pedro Sánchez. Quizá por ahí, el que fuera mano derecha del todavía presidente del Gobierno, podría granjearse algo de conmiseración por parte del pueblo español, el auténtico saqueado en el caso Koldo, en lugar de ofrecer una imagen patética.

Si no necesita el dinero de diputado para poder vivir, expulsado con deshonor por el Grupo Socialista, buen hombre, no te lleves tus secretos a la tumba. El imaginario popular ya se ha hecho su composición de lugar respecto a José Luis Ábalos y el sitio que le corresponde. El tribunal de Dioses otra cosa. Y nunca será tan caritativo como los tribunales.

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