Ni Pitbull ni Rottweiler: el perro más agresivo es de ésta raza y jamás lo hubieras imaginado


Cuando pensamos en perros que muestran conductas agresivas, lo primero que se nos viene a la cabeza suelen ser razas como el Pitbull, el Rottweiler o el Dóberman. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Diversos estudios han demostrado que el perro más agresivo es, ni más ni menos, que el Chihuahua. Normalmente, creemos que es una raza tierna y adorable por su pequeño tamaño, pero es precisamente esta característica la que hace que se muestre tan agresiva en ciertos contextos.
Y es que, de la misma manera que los perros grandes, los pequeños también sienten miedo, frustración y necesidad de defenderse. Sin embargo, no tienen un cuerpo que imponga respeto, de manera que muchas veces recurren a la agresividad como mecanismo de defensa. Sin embargo, es posible prevenir y gestionar este tipo de comportamientos con la socialización temprana y la estimulación física y mental.
¿Cuál es el perro más agresivo?
@adiestramiento_n.humedas ¿El perro más agresivo por raza? El chihuahua👇🏼 Sí, aunque cueste creerlo, estadísticamente los chihuahuas muestran más conductas agresivas que otras razas grandes✅ ¿La diferencia? Su tamaño no impone, pero la emoción es la misma. Miedo, falta de socialización o manejo inadecuado de sus emociones… ❌ No subestimes entender qué es lo que siente, comprender sus emociones y ayudarle desde ahí. #educacioncanina #perrospequeños #comportamientocanino #adiestramientopositivo #chihuahua ♬ sonido original – Adiestramiento N.Húmedas.
Como explica el experto en comportamiento canino: «Hay razas y razas, pero estadísticamente el perro más agresivo por raza es el Chihuahua. La última vez que lo miré eran el primero el Chihuahua, el segundo el Bichón maltés y el tercero el Yorkshire, aunque me parece que ahora en segundo puesto está el teque, el perro salchicha». Los tres primeros puestos en el ranking son para tres perros pequeños, ya que compensan con su actitud lo que no tienen en fuerza física.
Asimismo, las personas solemos tratarlos de una forma distinta, permitiendo comportamientos que jamás aceptaríamos en un perro grande. Por ejemplo, si un Pastor Alemán gruñe o intenta morder, nos alertamos de inmediato y le corregimos. Sin embargo, cuando el Chihuhua hace lo mismo, es habitual escuchar frases como «mira qué valiente» acompañadas de algunas sonrisas, lo que supone un refuerzo involuntario de la conducta.
Perros ‘mal catalogados’
El experto también ha hablado de las razas consideradas como potencialmente peligrosas por ley. «Me parece que para encontrar al primer perro mal catalogado como potencialmente peligroso, hay que irse al puesto nueve o diez, que no sé si es el Pitbull o el American Stafford o alguno de estos. Es igual. ¿Doberman? No, no. Doberman también está catalogado como perro potencialmente peligroso, sí, pero insisto, al final no es la raza, es el individuo».
Y añade: «Y esto es algo que se cataloga de esta manera tan genérica, porque al final los que hacen las leyes no tienen ni idea de perros. Esto es algo que también es verdad, que es difícil regular, ¿no? Pero si de verdad queremos evitar que hayan ataques y que hayan cosas de estas a humanos, a otros perros y demás, no hay que irse a la raza, hay que irse al individuo».
«Habría que seleccionar o hacer un seguimiento de los perros de manera individual, observando si han atacado o han sufrido algún ataque, y analizar el porqué. A diferencia de nosotros, que somos seres racionales capaces de hablar, explicar lo que sentimos y entendernos entre nosotros, los perros no tienen ese recurso. Ellos se comunican principalmente con el hocico y la boca, y es a través de esa vía como expresan miedo, incomodidad o defensa».
Cómo gestionar la situación
Durante muchos años se ha repetido la idea de que ciertas razas son más agresivas que otras, pero la ciencia del comportamiento animal ha dejado claro que esta afirmación es demasiado simplista. La agresividad no es un rasgo escrito en el ADN de una raza, sino una característica que depende de cada individuo, su entorno y sus experiencias a lo largo de la vida.
Para criar un perro equilibrado, es fundamental aplicar una serie de claves. La socialización temprana es fundamental: cuanto antes se exponga al cachorro a personas, ruidos, objetos y otros animales, mejor se adaptará a la vida cotidiana. También es fundamental trabajar el manejo emocional, utilizando siempre el refuerzo positivo en lugar del castigo, para que aprenda a gestionar la frustración y el miedo.
Además, el ejercicio físico y la estimulación mental reducen el estrés acumulado y ayudan a mantener el equilibrio emocional. Finalmente, ante cualquier signo de agresividad recurrente, lo más recomendable es consultar con un educador canino o un etólogo que pueda analizar el caso y orientar a la familia.
En definitiva, el Chihuahua aparece como el perro más agresivo, pero eso no significa que debamos tenerle miedo. Cada perro es un individuo, con su propia historia, experiencias, miedos y reacciones.