La salud mental revoluciona el deporte: Biles, Phelps, Iniesta y otros deportistas que sufrieron ansiedad
La atleta norteamericana Simone Biles pone el foco en la salud mental y la ansiedad tras retirarse de las finales de gimnasia artística
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Las alarmas saltaban el pasado martes. Simone Biles, la seis veces medalla de oro en los últimos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, abandonaba la final de equipos de gimnasia artística. Hubo incertidumbre inicial, se pensó en una lesión, pero ella misma fue la encargada de explicar instantes después qué estaba pasando. La presión mediática, su propia exigencia, pasaban factura sobre la atleta americana. Estaba poniendo el foco sobre un tema tabú en el deporte: la ansiedad y la salud mental.
«Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer ni mi salud ni mi bienestar. Tenemos que proteger nuestra mente y nuestro cuerpo y no limitarnos a hacer lo que el mundo quiere que hagamos», eran las primeras e impactantes declaraciones de la estadounidense, que desarrollaba así lo sucedido: «No tengo tanta confianza en mí como antes, no sé si es una cuestión de edad. Estoy un poco más nerviosa cuando estoy haciendo mi deporte. Tengo la impresión de que ya no puedo disfrutar como antes».
Simone Biles, más allá del símbolo olímpico y del deporte que ya se había labrado años atrás durante los últimos Juegos Olímpicos, añadía otro matiz más con sus declaraciones, su sinceridad y la aceptación y visibilidad de su situación. Estaba hablando de su salud mental, de la gestión de la ansiedad que le genera el estrés, la exigencia y la presión mediática. Estaba agarrando uno de los micrófonos con mayor amplitud para romper con un tabú del deporte.
Desde la fase de clasificación y en según qué aparatos, la atleta norteamericana dejó entrever que algo no iba bien. Sus excelsos y atrevidos movimientos dejaron paso a otros más comedidos, sin riesgos, que plasmaba que sus «demonios» ya estaba ahí. Fue tras el potro cuando la atleta se fue al vestuario para no volver. Su cabeza, su propio control, habían eclosionado. Algo iba mal. No siguió compitiendo pero se mantuvo apoyando a sus compañeras en lo que acabaría siendo una victoria de Rusia (oro), Estados Unidos plata y Reino Unido bronce.
Naomi Osaka, quebró el tabú
Pero Biles, que ha renunciado también a defender el título de campeona olímpica en el concurso general, no ha sido la única que ha abierto el melón de la salud mental en el deporte. De hecho, durante estos Juegos Olímpicos, la deportista local Naomi Osaka, actual tenista número 2 del mundo, también ha sufrido algo similar y lleva tiempo dando luz a sus problemas de salud mental, ansiedad y depresión.
La nipona reconoció sufrir problemas de ansiedad desde 2018, tras el US Open, y fue sonado su retiro del último Roland Garros, cuando colapsó durante el torneo. «Esta no es una situación que yo había imaginado o que tuviese la intención de provocar. Creo que lo mejor para el torneo, el resto de los jugadores y mi propio bienestar es que me retire, para que todos puedan volver al tenis y centrarse en lo que está pasando en París», explicaba la tenista tras lo sucedido en Roland Garros: «Nunca banalizaría con la salud mental o usaría ese término a la ligera. He sufrido largos problemas de depresión desde el US Open de 2018 y me está costando mucho lidiar con ello. Todo el que me conoce sabe que soy introvertida y todo el que me ve en los torneos se habrá dado cuenta de que siempre llevo auriculares, porque me ayuda a lidiar con mi ansiedad social».
En los Juegos Olímpicos, tras ser la encargada de encender el pebetero, cayó en cuartos de final del individual ante la checa Vondrousova, tras 6-1 y 6-4 en una hora y diez minutos de partido. «Quizá porque era mi primera participación en unos Juegos Olímpicos, pero ha sido demasiado para mí. Tengo la impresión de que mi actitud no fue demasiado buena porque no he sabido hacer frente a esa presión», reconocía tras caer, en otro ejemplo en el que la presión mediática le fue superior.
Phelps o Iniesta, otros ejemplos
Son los casos más recientes pero no son los únicos en el deporte al máximo nivel. «Soy alguien que ha pasado por al menos tres o cuatro períodos de depresión fuerte después de los Juegos y llegué a poner mi vida en peligro», eran las palabras de Michael Phelps, ganador de 28 medallas olímpicas a lo largo de su carrera en la piscina, que elevó la alerta también con los posibles efectos del aplazamiento de los Juegos Olímpicos: «Realmente espero que no veamos un aumento en las tasas de suicidio de los atletas debido a esto, porque la salud mental es lo más importante aquí».
Otro caso sonado fue el de Andrés Iniesta, que reconoció durante una entrevista con Jordi Évole que había sufrido depresión y que acudía al psicólogo periódicamente tras la consecución del triplete: «Estuve en tratamiento un periodo con la psicóloga. Siempre me acordaré de las ganas que tenía de ir a la consulta, por lo que llegaba hasta 15 minutos antes. Me he llegado a encontrar muy mal. Necesitaba algo para salir de la situación en la que estaba. Cuando sufres depresión, no eres tú. Cuando estás tan vulnerable es difícil controlar momentos de la vida y piensas en situaciones extremas».
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