Turquía reprocha a EEUU su alianza con los kurdos en Siria y Tillerson anuncia «decisiones difíciles»

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El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, con el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu. (AFP)

El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, se ha entrevistado con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y con el ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu. En el curso de estas reuniones, Tillerson ha sufrido los reproches de Ankara por la alianza que mantiene EEUU desde la Administración Obama con los kurdos en su lucha contra el autodenominado Estado Islámico (ISIS)«Cooperar con una organización terrorista para combatir a otra organización terrorista es un error», ha apostillado Cavusoglu, que espera ahora un giro del Gobierno de Donald Trump.

Tillerson ha admitido posteriormente que su Gobierno tendrá que tomar «decisiones difíciles» en relación a la guerra en Siria. «Lo que hemos discutido hoy son las opciones disponibles para nosotros» en la lucha contra los terroristas del ISIS, ha afirmado Tillerson, que ha querido ser «franco» y ha insistido en que se trata de «decisiones difíciles».

Desde el inicio del conflicto sirio, hace ya más de seis años, la posición de Turquía y de EEUU —ambos, socios en la OTAN— ha sido divergente. El Gobierno de Barack Obama optó por no enviar tropas al terreno y, por contra, buscar alianzas con diferentes grupos en cada uno de los frentes abiertos. En consecuencia, tanto en el norte de Irak como en la frontera siria con Turquía, Washington halló en las milicias kurdas los socios más fiables de toda la campaña.

Erdogan teme que una región kurda con unidad geográfica en Siria y administración autónoma —los cantones de Rojava— se sume a la ya cuasi independiente del norte de Irak. Esto acrecentaría las ansias de los millones de kurdos que habitan sobre todo en el este de Turquía, cuya lucha por sus derechos ha llevado tradicionalmente a algunos grupos a la actividad terrorista.

De hecho, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es considerado todavía una organización terrorista por Estados Unidos. Y es una de sus alianzas militares, las Unidades de Protección Popular (YPG), las que reciben «cooperación y apoyo» de EEUU. El reproche turco a esta circunstancia no es nuevo, pero el cambio de inquilino en la Casa Blanca ha abierto una rendija en las esperanzas de Erdogan para cambiar esta situación.

Tillerson ha querido salir de sus reuniones con los gobernantes turcos, en el transcurso de esta visita oficial, asegurando que Turquía seguirá siendo «un aliado clave». Y que los nuevos esfuerzos de su país se centrarán, en parte al menos, en apoyar la creación de «zonas de estabilización» en territorio sirio, medida a la que siempre se negó Obama y que Erdogan considera clave en su estrategia: acabar con Bashar al Assad, no dejar respirar a los kurdos y, entretanto —aunque menos prioritario—, colaborar en que el ISIS deje de dominar la región.

La idea oficial es que los refugiados que acoge Turquía puedan volver a su país. Lo que subyace es un intento de que la región fronteriza entre Siria y Turquía no sea una autonomía kurda próspera y estable. En este aspecto, el jefe de la diplomacia norteamericana se ha limitado a decir que Washington analiza varios opciones para garantizar la seguridad de estas áreas.

Respecto a cuál debería ser el futuro del presidente de Siria, Bashar al Assad, Tillerson se ha limitado a decir que «debería ser decidido por los ciudadanos sirios».

Una «nueva energía» en las relaciones

Cavusoglu, por su parte, ha considerado «vital» dotar a las relaciones entre Turquía y Estados Unidos de «una nueva energía», tras unos años en los que ha habido «problemas». El ministro turco se ha referido, en concreto, a las discrepancias con la Administración de Barack Obama en cuestiones como la guerra de Siria.

 

Pero otra de las esperanzas del presidente turco es que la Administración Trump cambie la postura respecto al archienemigo de Erdogan, el clérigo Fethullah Gülen, exiliado en Pensilvania y señalado por Turquía como ‘cerebro’ de la intentona golpista de julio de 2016. El Gobierno turco ha pedido en reiteradas ocasiones su extradición, hasta ahora sin éxito.

«Hemos remitido todas las pruebas que tenemos a la actual y anteriores administraciones [de Estados Unidos]. Vamos también a solicitar su detención provisional», ha explicado Cavusoglu durante la rueda de prensa conjunta, en la que ha pedido a Trump «movimientos concretos» sobre este tema.

Por otra parte, el ministro turco ha tachado de «político» el reciente arresto de un directivo del banco estatal Halkbank, Hakan Atilla, acusado de conspirar con el comerciante de oro iraní Reza Zarrab, que está siendo juzgado en Estados Unidos.

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