Todas las claves de unas elecciones que puede perder Erdogan en Turquía
La UE, OTAN, EEUU, Siria y Rusia, expectantes ante los resultados de las elecciones en Turquía
El futuro incierto de Erdogan ante las reñidas elecciones en Turquía
Este domingo, Turquía celebrará unas elecciones presidenciales en las que se juega mucho más que la permanencia de Recep Tayyip Erdogan, el presidente con más tiempo al frente del país desde la caída del Imperio Otomano: 2o años. Dos décadas de etapas heterogéneas en las que la omnipresencia del nuevo padre de la nación ha sido más o menos evidente.
Lo que diferencia estas elecciones de las anteriores en 20 años es que Erdogan ya no es el único as de la baraja. Ahora las encuestas ofrecen otro favorito al que sitúan, incluso, por encima del actual mandatario: el socialdemócrata Kemal Kilicdaroglu, del partido laico CHP. Esta insospechada novedad ha hecho que estén en alerta las expectativas en medio mundo, desde la UE y la OTAN hasta EEUU, Siria y Rusia.
Estas son algunas de las claves de la absoluta relevancia de las elecciones en Turquía de este domingo que pueden acabar con 20 años de régimen de Erdogan:
Recuperar la democracia
Erdogan y su partido islamista AKP llevan en el poder 20 años, en los que se ha producido un innegable deterioro de las libertades y de los derechos sociales. Las autoridades de Ankara acosan a la prensa y detienen con frecuencia y procesan a personas por criticar al Gobierno y sus políticas, por ejemplo, desde las redes sociales.
El régimen de Erdogan ha sobrevivido a varias pruebas cruciales, incluyendo una pérdida de la mayoría absoluta, que resolvió forzando un regreso a la guerra contra la guerrilla kurda y una repetición de las elecciones. También ha sobrevivido a un golpe de Estado fallido en 2016 con un cambio de modelo hacia un sistema presidencialista: Erdogan ha acumulado cada vez más poder, a la vez que ha ido cambiando las bases de la sociedad turca: la ha hecho cada vez más conservadora e islamizada. Lo que ha hecho encender en ocasiones las alarmas en sus aliados europeos y norteamericanos.
Kemal Kilicdaroglu, el líder opositor que podría ganar a Erdogan en las elecciones de este domingo, promete sanear la economía, restaurar derechos y acercar al país a los valores occidentales que ha perdido en los últimos años con Erdogan al recuperar la mayoría absoluta.
Lazos entre Turquía y Rusia
Erdogan ha provocado en multitud de ocasiones el rechazo de sus socios occidentales al seguir manteniendo estrechos lazos con Rusia mientras continúa su brutal embestida contra Ucrania, y ha causado dificultades a los planes de expansión de la OTAN al paralizar el ingreso de Finlandia y Suecia en la alianza. El presidente ruso, Vladímir Putin, aprovechó la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en 2022 para mostrarle a Occidente que la energía rusa era aún poderosa en el mundo y anunció frente al presidente turco que ambos países seguirían trabajando juntos en la construcción de la central nuclear de Akkuyu. Hoy, la construcción de esa central, con la que coopera Rusia, continúa según lo planeado después del fuerte terremoto que sacudió Turquía en febrero pasado.
Relevancia geoestratégica del Bósforo
El estrecho del Bósforo, que conecta el Mediterráneo con el Mar Negro, Europa con Asía, lo controla Turquía, que, aunque es miembro de la OTAN, tiene muchos compromisos adquiridos con Rusia. La regulación del estrecho permite a Turquía, en tiempos de paz, el paso de navíos militares de menos de 15.000 toneladas, exigiendo 15 días de preaviso y estableciendo un límite en número y tamaño a los barcos de países no ribereños, cuya estancia no puede superar, además, los 21 días. Estas limitaciones impiden el envío de portaviones de países de la OTAN al Mar Negro, al superar todos ellos el máximo de peso establecido.
En tiempos de guerra, sin embargo, la aplicación del tratado depende de la posición que Turquía adopte ante el conflicto. Como hizo durante la Segunda Guerra Mundial, Erdogan cerró finalmente el estrecho del Bósforo y el de Dardanelos a los navíos militares involucrados en la guerra en Ucrania, excepto para retornar a su base de origen. Pero lo hizo tras muchas presiones de la OTAN, porque durante los primeros días de la invasión rusa, permitió el paso de barcos rusos, lo que indignó a sus aliados occidentales.
Intervencionismo en Siria y Libia
La Turquía de Erdogan ha intervenido en Siria apoyando a grupos islamistas opositores al régimen de Bachar Al Asad; ha intervenido también en la guerra civil en Libia, donde apoyó al Ejecutivo reconocido por la ONU frente a tropas rebeldes respaldadas por Rusia o Egipto. Ha apoyado también a Catar ante el bloqueo impuesto por Arabia Saudí.
El conflicto entre Turquía y Siria referido a la actual confrontación tanto bélica como diplomática comenzó en 2012 entre ambos países a raíz de la posición del Gobierno turco en el marco de la Guerra Civil Siria. El presidente sirio, Bashar Al Assad, acusó a Turquía de apoyar a grupos terroristas (refiriéndose a los rebeldes sirios) mediante el suministro de armas y dinero, así como de haberse entrometido en asuntos internos de Siria. El gobierno de Erdogan respondió acusando al sirio de violar los derechos humanos de su pueblo al atacar a civiles indefensos.
Alza del nacionalismo y economía
En la Turquía actual hay una creciente oposición nacionalista, con varios partidos que le quitan votos al aliado de Erdogan del ala dura de la derecha, el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP). Este nacionalismo turco bebe de la penosa situación de la economía turca, inmersa en una profunda crisis, con una inflación descontrolada de dos dígitos y unos precios de los alimentos disparados. Pero esta baza no la tiene por completo el líder opositor porque el AKP del presidente ha movilizado a sus bases, a las que ha insuflado la idea de que sus vidas han mejorado enormemente en estos 20 años.
Fronteras de la UE
Básicamente, este aspecto afecta a Siria, la zona que más notará si gana las elecciones Erdogan o Kilicdaroglu. Turquía ha sido uno de los principales apoyos a las fuerzas rebeldes contra el régimen de Bashar al Asad. Si Erdogan vence, el resultado más probable es un mantenimiento del statu quo actual por el que Turquía ocupa militarmente un 10% del territorio de Siria. El partido de Kilicdaroglu, en cambio, se opone casi por completo a la participación turca en una operación en Siria porque lo considera un proyecto personal de Erdogan. La prioridad de Kilicdaroglu es discutir el final de la guerra en Siria con Asad.
El futuro de la OTAN
El Gobierno turco mantiene bloqueada desde hace meses la adhesión a la OTAN de Suecia, como lo hizo también con Finlandia. Ambos países pidieron acelerar el proceso de adhesión tras la invasión rusa de Ucrania ante el temor de resultar perjudicados por el conflicto bélico. La excusa del Ejecutivo turco para bloquear la admisión de Suecia es que la acusa de dar «protección a terroristas» kurdos y a la cofradía religiosa que Erdogan considera que está detrás del golpe de Estado fallido de 2016.
Se prevé que tras las elecciones del domingo el bloqueo a Suecia se resolverá, gane quien gane de los dos favoritos: Erdogan ya no alargará más un conflicto bastante artificial y además se beneficiaría si levanta el veto; una victoria de Kemal Kilicdaroglu aceleraría aún más el proceso que pide Suecia, porque ya se ha manifestado a favor de permitirlo.
A pesar de todo, habría un hándicap que seguiría cerrando el paso a la integración de Suecia en la OTAN: el deseo de Ankara de mediar en unas conversaciones de paz para un armisticio entre Rusia y Ucrania podría alargar el proceso, ya que Rusia exige que el país nórdico no ingrese en la OTAN. Turquía ha jugado a dos bandas porque ha dotado de drones Bayraktar a Kiev, pero a la vez se ha convertido en la vía principal de Moscú para evadir las sanciones occidentales.