'Qatargate'

‘Qatargate’: así actúan los lobbies de la UE disfrazados de ONG para ‘comprar’ eurodiputados

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'Qatargate': así actúan los lobbies de la UE disfrazados de ONG para 'comprar' eurodiputados

Fight Impunity y No hay Paz sin Justicia (No Peace without Justice) son menos conocidas que sus protagonistas, Antonio Panzeri y Niccolo-Figa Talamanca, dos de los cabecillas del Qatargate, pero imprescindibles para entender la mayor trama de corrupción política del Parlamento Europeo. Las dos no sólo compartían en Rue Ducale de Bruselas domicilio físico y multitud de seminarios que organizaban juntas en la capital comunitaria, también contaban en sus consejos de administración con algunos de los líderes europeos del globalismo más destacados.

La figura que más sobresalía era la de la italiana ex comisaria y ex ministra, Emma Bonino, siempre próxima a los partidos de izquierda y una de las personas de referencia en Europa del especulador financiero, George Soros. De hecho, en varias ocasiones han firmado cartas conjuntas o incluso fue premiada por el magnate en 2015 en Nueva York. Ella es la fundadora de la organización No hay Paz sin Justicia (NPWJ) y tenía de secretario general hasta el momento de su encarcelamiento a Talamanca. También estaba Bonino en el consejo de administración como consejera de la organización Fight Impunity que creó Panzeri en 2019 tras perder su escaño que había ostentado en el Parlamento Europeo en los últimos 15 años. No sólo la montó él. Su inseparable Francesco Giorgi, pareja de Eva Kaili, ambos también encarcelados por recibir suculentos sobornos de la trama, hacía la figura de secretario general.

La investigación que dirige el magistrado belga Michel Claise cree que las dos supuestas ONG actuaron más bien como lobbies de un entramado de corrupción que dirigían pagos destinados a la compra de voluntades de ciertos eurodiputados del Parlamento Europeo con el objetivo de defender los intereses de países u organizaciones. Por ejemplo, Panzeri reconoció haber destinado a través de su ONG 120.000 euros en efectivo para pagos múltiples al socialista belga Marc Tarabella en el asunto de Qatar, algo que  Tarabella niega. Otra de las personas que supuestamente recibió dinero de la mano de Panzeri a través de su ONG fue el líder de los sindicalistas europeos, Luca Visentini, quien admitió tras su detención haber percibido 50.000 euros de Fight Impunity si bien trató de desligarlo de cualquier asunto relacionado con Qatar a pesar de que él fue uno de los que, como el eurodiputado español López Aguilar, se citaron con el ministro qatarí de Trabajo, Al Marri.

Otro de los que estuvieron a sueldo de la ONG fake de Panzeri fue el excomisario europeo de Migración entre 2014 y 2019, Dimitris Avramopoulos. Según él, entre febrero de 2021 y febrero de 2022 percibió 60.000 euros en concepto de asistencia a los consejos de administración de Fight Impunity. Tras el estallido del escándalo, tanto él como Emma Bonino y otros consejeros quisieron alejarse de todo lo que pudiera vincularles con el cabecilla del Qatargate y presentaron su dimisión.

Los donantes exigen cuentas

Pero si sonadas fueron las salidas de los supuestos nombres ilustres que quisieron participar en los proyectos de dos personas en la cárcel acusadas de corrupción, no menos lo es también la crisis reputacional que ha resultado para aquellas organizaciones que insuflaban con decenas de miles de euros a ambas ONG. Por ejemplo, Human Rights Foundation, una organización defensora de los derechos humanos establecida en Nueva York, inició la pasada semana un proceso contra las plataformas de Antonio Panzeri y Niccolo-Figa Talamanca para exigirles la devolución de 1,6 millones de euros otorgados a modo de ayuda para la ejecución de sus iniciativas. Según un informe de la organización neoyorquina, «nuestras ayudas fueron entregadas en buena fe exigiendo los estándares más elevados de conducta (…). El pasado 16 de diciembre decidimos suspender nuestra colaboración a la espera de la investigación existente».
Además de Human Rights Foundation, es la propia Unión Europea quien ha hecho un gran ejercicio de generosidad con la plataforma de Antonio Panzeri en los últimos años dándole decenas de miles de euros en subvenciones.

Otro de los grandes donantes de la ONG de Emma Bonino y cuyo secretario general era Niccolo-Figa Talamanca ha sido la Open Society Foundation de George Soros. Hasta el año 2019 y desde 2016 percibió 500.000 euros del magnate financiero.

Lobbies difrazados de ONG

Fight Impunity y No hay Paz sin Justicia (No Peace without Justice) han abierto la caja de los truenos en la cuna de las instituciones comunitarias y mostrado la verdadera cara que hay detrás de muchas ONG que verdaderamente más bien son ONG fake pues actúan con total impunidad mientras carcomen el sistema y dañan la credibilidad de las instituciones de la UE.

Por eso el Qatargate tiene un transfondo mayor. No se trata exclusivamente de un caso de corrupción política basado en el soborno activo y pasivo de miembros del Parlamento Europeo, sino también del uso fraudulento de la figura de las ONG para perseguir otros objetivos movidos por motivaciones políticas.

Por ejemplo, en abril de 2019 Panzeri organizó como presidente del subcomité de Derechos Humanos del Parlamento Europeo una conferencia en Doha (Qatar) sobre los mecanismos para combatir la impunidad y garantizar la rendición de cuentas desde el derecho internacional. En ella el entonces eurodiputado aseguró que Qatar se había convertido en un referente para los derechos humanos, mientras decenas de obreros estaban muriendo en condiciones infrahumanas en la construcción de los estadios de fútbol del mundial, los derechos de las mujeres y de los homosexuales no estaban garantizados como sigue siendo hasta ahora y la pena de muerte seguía en pie. Pero daba igual, para el socialista italiano el problema más importante era el estado de derecho en Polonia y Hungría, como lo sigue siendo todavía para buena parte de la izquierda europea que hablan de dichos países como cortina de humo para ocultar su vulnerabilidad y la crisis existencial en la que está la izquierda europea desde hace años.

Mientras Fight Impunity o No hay Paz sin Justicia levantaban la mano derecha para reivindicar los derechos de la mujer, arremetían contra Irán, enarbolaban la bandera de inmigración y de las sociedades multiculturales en Europa, sus principales exponentes, Antonio Panzeri y Francesco Giorgi, se llenaban -supuestamente- las manos de dinero tratando de corromper al mayor número posible de eurodiputados.

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