Notre Dame vuelve a mostrar su grandeza: Francia celebra la reapertura con un fastuoso acto
El presidente francés se ha dirigido a una audiencia de más de 30 jefes de Estado, gobierno y personalidades
La catedral de Notre Dame de París reabrió este sábado sus puertas en una ceremonia histórica, cinco años después del devastador incendio que casi la destruye y cuya causa aún se desconoce. El presidente Emmanuel Macron expresó «la gratitud de la nación francesa a todos los que salvaron y reconstruyeron» el emblemático templo, asegurando que «el mundo encontrará la catedral reconstruida y embellecida». La ceremonia reunió a 2.500 personas, incluyendo más de 30 jefes de Estado y gobierno. Entre los asistentes destacaron el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, miembros de la realeza y el empresario Elon Musk. El Gobierno de Pedro Sánchez declinó su participación.
En su discurso de diez minutos, Macron celebró el esfuerzo internacional: «Hemos redescubierto lo que podían hacer las grandes naciones: lograr lo imposible». El mandatario francés elogió especialmente la «valentía» de los bomberos en su «batalla contra el fuego», así como la «determinación y voluntad» de los donantes y el trabajo incansable de todos los involucrados durante estos cinco años.
La ceremonia comenzó con el rito de apertura de las puertas por el arzobispo de París, Laurent Ulrich, seguido de un emotivo aplauso a los bomberos y artesanos que participaron en la salvación y reconstrucción del templo. Uno de los momentos más esperados fue el retorno del gran órgano, el más grande de Francia. Este instrumento monumental de 13 metros de altura y tres siglos de antigüedad, aunque no sufrió daños directos por las llamas, requirió un meticuloso trabajo de restauración. Sus 7.952 tubos fueron desmontados, limpiados del polvo de plomo y reafinados durante meses por expertos artesanos.
Macron supo aprovechar la reapertura de la catedral para convertirla en una gran ceremonia diplomática. Antes de la celebración, Emmanuel Macron recibió en el Elíseo al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien recordó sus «excelentes relaciones».
A continuación, el jefe de Estado reunió al multimillonario estadounidense con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, que se dirigieron a la catedral a primera hora de la tarde. A la celebración, además, acudieron, la primera dama estadounidense Jill Biden o el príncipe Guillermo de Inglaterra, entre otros.
Moment historique. Ensemble nous avons rebâti Notre-Dame. Cœur de Paris. Âme de la France. Joyau de l’humanité. pic.twitter.com/Bo3dGuiDMX
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) December 7, 2024
La campana más grande de la catedral, la Emmanuel, de 13 toneladas, que no recibe su nombre por el presidente, marcó el inicio de la ceremonia. Entonces, la multitud en el interior de Notre Dame se sumió en un silencio expectante.
Fue entonces cuando Ulrich golpeó las puertas iluminadas. En el interior, el coro respondió con himnos que llenaron la nave. La iluminación de la fachada de la catedral aumentó el dramatismo. Al último golpe, las pesadas puertas se abrieron, revelando el resplandeciente interior de piedra caliza luteciana restaurada.
Para aumentar el esplendor visual de la ceremonia, Ulrich y el clero vistieron trajes litúrgicos diseñados por el modisto francés Jean-Charles de Castelbajac. Conocido por su estética pop-art, Castelbajac creó 2.000 coloridas piezas para 700 celebrantes, mezclando elementos modernos con toques medievales.
En el interior de Notre Dame, 42.000 metros cuadrados de piedra -equivalentes a seis campos de fútbol- brillaron de nuevo, revelando intrincadas tallas y luminosa piedra caliza. Más arriba, 2.000 vigas de roble, apodadas «el bosque», restauraron la emblemática aguja y el tejado de la catedral.
Así, el gran órgano volvió a la vida. Con sus 7.952 tubos -que van desde el tamaño de un bolígrafo al de un torso- y una consola renovada con cinco teclados, 115 registros y 30 pedales, respondió a la orden del arzobispo Laurent Ulrich: «Despierta, órgano, instrumento sagrado». El primer estruendo se convirtió en una sinfonía triunfal, mientras cuatro organistas sacaban a relucir sus instrumentos y daban respuestas improvisadas a las invocaciones del arzobispo.