«La mediación de Zapatero sólo perpetúa al dictador, Colombia debe liderar la presión para sacar a Maduro»
Hasta unas horas antes de quedar fuera de la carrera por la candidatura del Centro Democrático a la Presidencia de Colombia, la senadora Paloma Valencia (Popayán, Colombia, 1978) se afanaba en hacer llegar su discurso. Entre todos los candidatos y precandidatos que OKDIARIO y la Revista Zeta han entrevistado en estos días en Bogotá, los matices de esta joven aspirante se alejan de la figura de «radical de los derechones» como la califican sus detractores. «Bueno, si es por defender la democracia y las libertades, sí, en eso sí soy radical».
Y no sólo para defenderlos, sino para atacar a quien ella cree que está no sólo equivocándose, sino «contribuyendo a perpetuar un dictador» en Venezuela, el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero y su mediación rechazada por gran parte de la oposición al régimen de Nicolás Maduro.
Valencia, al igual que el otro ‘outsider’ del CD uribista, Rafael Nieto, y el favorito, Iván Duque, representan una renovación generacional de una política colombiana demasiado anclada en las mismas familias desde hace décadas. Nieto también salta de inmediato cuando se le nombra la figura de Zapatero: «Mediar por mediar y dialogar por dialogar no tiene ningún sentido. Aquí lo que tiene que haber es presión internacional para que Maduro cumpla».
Uno no puede dar dos pasos por Bogotá sin que le hablen de Venezuela. Por «miedo a acabar como ellos» o por «temor a su influencia sobre las FARC y a que su crisis económica nos envíe una oleada de refugiados que Colombia no pueda asumir», la frontera de 2.200 kilómetros parece siempre al tercer paso. La errática actitud del presidente Juan Manuel Santos —»de connivencia», apunta Valencia— con la tiranía chavista por su interés en llegar a un acuerdo con las FARC, que hallaron refugio en territorio venezolano, termina de aderezar el cóctel para que si se habla de los narcoterroristas salga Venezuela; si se habla de economía, se hable de las colas de hambruna en Caracas; si se habla de relación con España, surja la alianza de Maduro con Podemos…
«La crisis venezolana es producto de ser permisivos con las violaciones a la democracia. Hoy los golpes no se dan con un gran evento, sino gradualmente, con pequeñas restricciones democráticas, que al final terminan en estos que se ha convertido Venezuela», explica la senadora Valencia.
«Todos los diálogos que se han hecho sólo han servido para fortalecer al régimen», continúa esta mujer, impulsada a la cabecera del partido por su máximo líder, el ex presidente Álvaro Uribe. «Hoy lo que uno ve es que el régimen se quedó, creo que las organizaciones multilaterales no han sido serias y dejaron pasar el momento donde se debió actuar».
A finales de 2016, cuando la Mesa de Unidad Democrática (MUD) impulsaba un referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro, éste logró la intermediación del Vaticano y de tres ex presidentes Iberoamericanos para sentar a la mesa a la oposición. Nada se logró, salvo dar imagen de apertura ante el mundo y dilatar los plazos para evitar el revocatorio. Ahí ya estaba Zapatero.
«Su mediación no ha servido para nada excepto para conseguir que el régimen se consolide más», acusa Nieto. «Y eso hay que decirlo con todas las letras. Mediar por mediar y dialogar por dialogar no tiene ningún sentido. Aquí lo que tiene que haber es presión internacional para que Maduro cumpla la Constitución venezolana y con lo que los tratados internacionales exigen en materia de derechos y libertades civiles y políticas».
Ahora, en estas dos últimas semanas, Santo Domingo acoge otra intentona de diálogo. En este caso, la presión al régimen ya viene desde fuera. Así se ve cuando sus representantes en la mesa prometen lo que sea si les «levantan las sanciones». Algo que no está en manos de la MUD, claro, pues son sanciones de EEUU y de la UE. Ahí también está Zapatero.
«Yo lo que veo es que allá siguen cometiéndose todas las violaciones contra la oposición, contra los derechos humanos», tercia Valencia, muy pesimista con la crisis de su país vecino y de cómo le pueda afectar a Colombia. «Hay que darle asilo político a los perseguidos políticos de Maduro, pero lo que pasa es que si se van, ¿cómo va a caer el régimen alguna vez? Porque ése fue el procedimiento que se utilizó en Cuba…»
El riesgo de la «venezolanización»
Los precandidatos uribistas se preocupan por la «crisis humanitaria» en su «país hermano». A ambos, Valencia y Nieto, se les nota la indignación cuando rememoran la escasez de alimentos, la persecución política, la ausencia de medicamentos, o sus visitas a la frontera… «Hace 15 días estuve en el puente Bolívar», explica Nieto, «por allí entran cada día de 20.000 a 25.000 venezolanos a buscar lo que no tienen en su país, y de ellos se quedan unos 4.000 diarios». Y ahí es cuando los dos políticos sacan la campaña electoral que llevan dentro.
«Nos preocupa mucho la crisis humanitaria de los venezolanos. Sobre todo porque el Gobierno la ha desatendido: Colombia está entrando en crisis económica, tiene problemas de desempleo y la población que llega ofrece su trabajo por debajo de lo que está…» La senadora levanta las manos argumentando que, «aunque Colombia tiene que ser solidaria como lo fue Venezuela en el pasado con nosotros, todo no podremos».
Además, apunta Nieto, «si colapsa del todo su economía, y puede ocurrir, probablemente va a haber un éxodo de dimisiones inimaginables hacia Colombia generando unas enormes dificultades de carácter social y humanitario en nuestro país». El candidato que más fue aplaudido este pasado fin de semana en la convención conjunta de los conservadores de Andrés Pastrana y los centristas de Álvaro Uribe ya ha advertido del «enorme riesgo de venezolanización de Colombia» a causa de «las políticas derrochadoras de Juan Manuel Santos», el presidente saliente.
Y ante la crisis de refugiados venezolanos, propone una solución «como la que propuso Merkel en Europa», una implicación de todo el continente. Por su parte, Valencia aporta la idea ya propuesta en el Congreso por el Centro Democrático: «Un proyecto de visas [visados] temporales, para que los venezolanos que llegan puedan trabajar y homologar sus títulos profesionales para evitar que se desnivele el ingreso de los colombianos» ante una oferta de mano de obra a precio de saldo.
Y es que a las puertas del hotel donde nos alojábamos los periodistas de OKDIARIO y la Revista Zeta una licenciada en maestría venezolana repartía pasquines mañana y tarde «a 6.000 pesos, dos dólares el día de trabajo», menos de la mitad del sueldo medio colombiano.
La relación Santos-FARC-Maduro
Tras la implementación de los acuerdos entre el presidente Santos y el Timochenko, líder narcoterrorista de las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) —y ahora candidato a la Presidencia—, la guerrilla se ha convertido en un partido político, pero conservando sus macabras siglas de 52 años de asesinatos, extoriosnes, atentados, tráfico de drogas y violación de derechos humanos.
El partido FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) se ha fundado en Colombia pero también en Venezuela, ¿cómo frenar la financiación de este engendro político?
«Es muy difícil. Según la revista ‘Forbes’, son la tercera organización terrorista más rica del mundo». Y ese patrimonio gigantesco sigue escondido en cuentas opacas en paraísos fiscales. La senadora Valencia no quiere sentarse en el mismo Palacio del Congreso que los «responsables de crímenes de lesa humanidad» y levanta la voz ante la paradoja terrible que permite el texto aprobado en noviembre del año pasado, a pesar de que fue rechazado en el plebiscito del 2 de octubre de 2016.
«Los dueños de las 200.000 hectáreas de cultivo de coca en Colombia son ellos y tenemos, así, un partido político que tiene un brazo armado que recibe dinero de la droga, que supuestamente entregan a un fondo que debería ser para reparar a las víctimas, pero que pueden utilizar para hacer política». Es decir, que en Colombia hay una formación que concurre a las elecciones que es la primera del mundo que se financia, legalmente, del negocio de la cocaína para hacer su campaña electoral.
Cerca de esa misma frontera que visitó el aspirante Nieto hace unas semanas está «el mayor epicentro de cultivos ilícitos», la zona de operaciones de las disidencias de las FARC y el autobautizado Ejército de Liberación Nacional (ELN), ahora en conversaciones con Santos para beneficiarse de unos acuerdos similares a los de la otra guerrilla. «Lo cierto», reseña la senadora, «es que ambas organizaciones tomaron el control de todo el negocio de las drogas ahí, de manera que hoy son socios con muchos miembros del ejército venezolano que están en él a través del cartel de los Soles».