El presidente de Ucrania pide a su primer ministro que dimita… vía Twiter

Petro Poroshenko
Petro Poroshenko, en la cumbre de seguridad de Múnich. (Foto: Getty)

Petro Poroshenko trata de mantener en pie los rescoldos de la Revolución del Euromaidán y que sus consecuencias sirvan para que Ucrania sea un país homologable. Aunque quizá sus formas no sean las más adecuadas.

El multimillonario empresario del chocolate y la automoción y presidente del país que sirve de frontera entre la Unión Europea y la ‘madre’ Rusia ha pedido la dimisión de su primer ministro, Arseni Yatseniuk, y de su fiscal general, Viktor Chokin, a través de Twitter… pero ni siquiera del suyo, ha utilizado el de su portavoz, Sviatoslav Tsegolko.

El Parlamento de Kiev ha rechazado la moción de censura contra el primer ministro, pese a que el 80% de los ciudadanos quiere su salida del poder

Los dos años de Yatseniuk en el poder han sido muy convulsos, tomando las riendas de un país en bancarrota, con una península invadida –la de Crimea, formalmente ya rusa– y toda la región oriental rusófona levantada en armas contra la influencia europeísta del lado occidental, fronterizo con Polonia.

Horas más tarde, el Parlamento ucraniano ha rechazado la moción de censura contra el primer ministro Arseni Yatseniuk. La moción solo recibió 194 votos favorables de los 226 requeridos en la cámara de 450 escaños.

Pero la cámara no parece muy de acuerdo con el electorado. Según un reciente sondeo, un 8% de los ucranianos apoya su acción y 70% quiere que renuncie a su cargo.

En un discurso ante el parlamento pronunciado tras el anuncio del pedido de dimisión llevado a cabo por Poroshenko, Yatseniuk defendió las realizaciones de su Gobierno que «hizo lo máximo posible en una situación difícil».

Un país abandonado

Ucrania, como Estado se ha sentido abandonado por la Unión Europea que, una vez triunfó la revolución callejera que sacó al prorruso Viktor Yanukovich del palacio presidencial, no cumplió sus compromisos económicos de sostenimiento y apoyo a la obsoleta industria pesada del país.

Tampoco la OTAN fue nunca fiel a su promesa del pasado: cuando Ucrania renunció a su arsenal nuclear, en enero de 1994 lo hizo bajo la condición, sellada por el Gobierno Clinton de Estados Unidos de «garantizar la seguridad de Ucrania, ayudar al desmantelamiento de los misiles y aplicar un programa de compensación económica».

Aun así, Ucrania, su Gobierno, sigue apostando por el europeísmo. Pero bajo la atenta mirada y control de Moscú al otro lado. Recurrentes recrudecimientos de la guerra civil en el este, auspiciada por Putin, con soldados rusos enviados a las filas rebeldes bajo secreto de Estado, y periódicos cortes en el ‘grifo’ del gas ruso, del que depende Kiev para sobrevivir económicamente –y los habitantes de Ucrania en lo literal–, imposibilitan el despegue económico del país.

Los medios rusos deslegitiman habitualmente a los gobernantes ucranianos y a su Parlamento acusándolos de estar en manos de neonazis y fascistas con intereses oscuros, cuando no de pretender echar a Ucrania en las manos de Occidente.

Víctimas propiciatorias

Así que por muchas reformas que pretendiera implementar Yatseniuk, ninguno de los dos bloques que se disputan su ‘amistad’ ha hecho nada, real, por seducir a Ucrania. En esas circunstancias, Poroshenko ha optado por presentar un par de víctimas políticas al pueblo para preservar su puesto.

Esta mañana, el Twitter de su portavoz se ha madrugado con la publicación de un enlace a una declaración institucional del presidente. En ella, Porosheko exige la dimisión del primer ministro y del fiscal general «para restaurar la confianza en el poder», dada la insuficiencia de sus reformas y su defensa de los oligarcas

Precisamente, su superior, el presidente Petro Poroshenko, es el mayor de estos oligarcas, al menos así financió su campaña. Así, y gracias a su emisora de televisión, en Canal 5. El antaño Rey del Chocolate de Ucrania es hoy un acaudalado hombre de negocios con un emporio en la industria automotriz y de astilleros.

Acusaciones parecidas a las de Yatseniuk afrontaba el fiscal Viktor Chokin. Sus detractores lo señalaban por no hacer nada contra la corrupción, e incluso de encubrirla ya que se trata de oligarcas afines al poder.

Ya en la tarde del lunes, una plataforma por la reforma de Ucrania presentaba un documento exigiendo su salida. También en Twitter:

La Rada –Parlamento nacional–, sede de la discutida soberanía ucraniana, ha decidido que Yatseniuk no debe dejar su cargo. Poroshenko, oligarca o estadista, y sus pretendidos ‘amigos’ occidentales, se la jugaba ahí. Y Putin, atento a las consecuencias de esta nueva crisis.

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