Líbano tendrá el día 4 de agosto marcado en su memoria para siempre. Este miércoles se cumple un año de la devastadora e impresionante explosión que casi arrasó por completo Beirut. Los ciudadanos de la capital libanesa viven con una mezcla de dolor por la pérdida de vidas y una sensación de ira a causa de la impunidad que rodea al peor desastre vivido en Líbano en tiempos de guerra. Reclaman Justicia y depurar responsabilidades sobre la explosión en el puerto. Pero no llega, la clase política se escuda en su inmunidad y el pueblo confirma la naturaleza corrupta de quienes les gobiernan.
Barrios enteros en ruinas, más de 200 muertos y más de 6.500 heridos fue el saldo de una explosión fruto de la dejadez: cientos de toneladas de nitrato de amonio almacenadas durante años junto a fuegos artificiales y cuerdas de mecha eran una tragedia anticipada que nadie supo ver. Y que finalmente sucedió a primeros de agosto de 2020, justo en medio de la pandemia de coronavirus que, sumado a la terrible crisis económica vivida en el país, tenía al país al borde del desastre total.